José Luis Jerónimo y Agustín Martínez son dos amigos de Muro que comparten su afición por el deporte. El pasado domingo ascendieron al Puig de Massanella y la casualidad quiso que fueran los primeros en descubrir el accidente de un ultraligero en el que falleció un holandés de 48 años. Agustín Martínez relató ayer cómo se produjo el hallazgo. "Estaba lleno de humo, y hasta que no nos acercamos no descubrimos que había una avioneta accidentada", explicó.

Era la primera vez que Martínez subía al Massanella. "Somos un grupo de amigos aficionados al deporte. Habíamos decidido subir a la montaña este domingo, pero varios no pudieron y al final fuimos solo José Luis y yo".

Agustín, supervisor de la ITV de Inca, y José Luis, camionero, salieron temprano de la gasolinera del Coll de sa Batalla y emprendieron la ascensión. "Sobre las nueve de la mañana oímos el ruido de un fuerte impacto, pero pensamos que era un tiro de algún cazador y no le dimos más importancia. Llegamos a la cumbre y allí había otros tres chicos, que tampoco habían visto nada extraño".

A la hora de bajar de la montaña, José Luis propuso hacerlo por el lado contrario para que Agustín lo viera. Fue cuando ya estaban a mitad camino del descenso cuando se percataron de que había una columna de humo. "Nos fuimos acercando y encontramos una escena que parecía de una película. En un radio de unos quince metros en el suelo estaba todo quemado, como si hubiera habido una explosión, y alrededor los matorrales estaban en llamas".

José Luis Jerónimo, uno de los testigos, junto a los restos del ultraligero accidentado en el Massanella. AGUSTÍN MARTÍNEZ

Los dos excursionistas tuvieron problemas para avisar al 112, ya que no había cobertura. Finalmente José Luis Jerónimo logró contactar con la central de emergencias. Al lado había otro excursionista, un británico, que también había logrado llamar. Cuando la operadora comprobó que estaban en el mismo sitio, le preguntó si veían la avioneta.

"La verdad es que no la habíamos visto", comenta Agustín Martínez. "El humo era tan denso que lo cubría todo. Así que volvimos al lugar y entonces la vimos. Era un amasijo de hierros quemados y en su interior estaba el cadáver carbonizado del piloto".

Los testigos intentaron apagar los rastrojos en llamas, y poco después llegó una avioneta de extinción que inició las tareas de extinción del incendio. "Poco a poco se fue disipando el humo y vimos lo que había ocurrido", prosigue Martínez. "La aeronave estaba doblada, como si se hubiera estrellado contra una gran piedra".

Los excursionista preguntaron al 112 si debían quedarse allí o si podían bajar. Eran conscientes de que no podían hacer nada por el piloto, que aparentaba haber muerto en el acto a causa de la explosión. Durante la bajada se cruzaron con las dotaciones de los bomberos, el Ibanat y la Guardia Civil,que buscaban el lugar del siniestro, y les indicaron adónde debían dirigirse.

"Se nos quedó muy mal cuerpo de lo que habíamos visto", explica Agustín. "Era impresionante, como en una película, con las altas temperaturas, el humo y la carbonilla que flotaba en el ambiente".

Técnicos de Aviación Civil acudieron al lugar ayer para iniciar la investigación del accidente, mientras que la Guardia Civil ha comprobado que la víctima, Richard D.N., holandés de 48 años, tenía licencia para pilotar el ultraligero, que contaba con toda la documentación en regla.

Conocidos de la víctima apuntaron a la posibilidad de un cambio brusco en la meteorología del a zona, que pudiera haber afectado a la visibilidad del piloto, como causa probable del siniestro.