La situación de extrema necesidad de dos hombres búlgaros fue aprovechada por otros dos compatriotas sin escrúpulos para obligarles a ejercer la mendicidad en Mallorca. Las víctimas estaban obligados a entregarles la totalidad de lo recaudado, bajo permanentes amenazas y palizas. El tribunal de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma les ha condenado a veinte años de prisión, diez a cada uno, por dos delitos de trata de seres humanos. También deberán indemnizar con 6.000 euros a cada uno de los afectados.

Los dos explotadores Radostin M.M. y Rusi V.I. llegaron a Mallorca en octubre del año pasado, donde alquilaron un piso. Poco después viajaron hasta Bulgaria para perpetrar su plan y captar a sus víctimas entre las más desfavorecidas de la sociedad.

Así, Rusi aprovechó la relación de la infancia con una de las víctimas, en una precaria situación económica, para convencerle de que se trasladara hasta Mallorca con la promesa de obtener un trabajo legal. De hecho le ofrecieron al hombre pagarle hasta los costes del avión.

El 29 de noviembre del año pasado los tres se trasladaron hasta la isla. Nada más tomar tierra, el hombre captado en Bulgaria se percató de las promesas que le habían planteado poco o nada tenían que ver con la realidad. En primer lugar le llevaron a un parking para lavar coches. Posteriormente le conminaron a ejercer la mendicidad en el aparcamiento de un supermercado de Santa Ponça.

La víctima estaba obligada a pedir limosna a los clientes del establecimiento desde las nueve de la mañana hasta las nueve y media de la noche. La totalidad del dinero que hubiera obtenido debía entregárselo a los dos compatriotas que le habían traído a la isla.

Para aumentar más aún sus fuentes de ingresos, los explotadores decidieron volar de nuevo a Bulgaria para repetir la operación. Una vez en su país, los dos sujetos contactaron con otro hombre carente de recursos económicos, al que no tardaron en convencerle de que viajara hasta Mallorca. También le pagaron el billete de avión hasta la isla.

A este individuo sí le dijeron que ejercería la mendicidad en Mallorca. Le prometieron que los beneficios se los repartirían al 50% con él, algo que no estaban dispuestos a hacer en ningún caso.

Los explotadores y sus dos víctimas residían en un piso situado en la avenida Jaume I de Santa Ponça. De esta manera, los captadores podían someterlos a un férreo control y exprimir al máximo todos sus ingresos para que no se quedaran con nada de dinero.

Régimen de esclavitud

Los dos mendigos estaban sometidos a un régimen de esclavitud y sometidos a continuas amenazas de palizas y agresiones si no traían el suficiente dinero. Estas dos personas sin recursos quedaron sumidos en una situación más precaria que la que afrontaban en su país de origen.

Los dos explotadores controlaban incluso los alimentos que cogían de la casa. Hasta el punto de que los dos indigentes llegaron a pasar hambre. Los dos captadores sin escrúpulos que les habían traído a Mallorca les registraban las ropas por si se habían quedado con algo de dinero. Las continuas palizas y amenazas que sufrían les mantenían instalados en un régimen de auténtico terror.

A principios de enero del presente año, los dos explotadores agredieron de nuevo a las dos víctimas. De hecho a una de ellas le propinaron una brutal paliza con una barra de hierro, y le causaron lesiones que tardaron una semana en sanar. A partir de este instante, los afectados se armaron de valor, huyeron y denunciaron sus penurias a la Policía.