"Sentí un pinchazo detrás y ya no era yo misma". Con estas palabras una prostituta declaró ayer ante el tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial cómo fue anulada supuestamente su voluntad para ofrecer sus servicios sexuales a un hombre, pese a su oposición. También permitió que la grabara en vídeo, aunque aseguró que tampoco quería. El fiscal pide ocho años de prisión para el acusado por un presunto delito de abusos sexuales.

Los hechos que ayer fueron enjuiciados en la Audiencia Provincial ocurrieron sobre las 23.00 horas del 20 de mayo de 2014 en la calle Escuela Graduada de Palma. Un Ford Fusión de color blanco se acercó a esta zona frecuentada por prostitutas.

El conductor invitó a subir al vehículo una meretriz a la que había contratado en otras ocasiones. La mujer se sentó en el asiento del copiloto y este la instó a que se desnudara. En primer lugar, el encausado tenía previsto trasladar a la víctima hasta unos aparcamientos de un centro comercial de Palma. No obstante, cambió de idea y se desplazó con la mujer hasta una zona apartada de la urbanización Puig de Ros de Llucmajor.

Versiones contrapuestas

Las versiones de uno y otra difirieron ayer diametralmente ante el tribunal de la Audiencia Provincial. Mientras el procesado afirmó que los servicios sexuales fueron con el consentimiento de la mujer, esta lo negó taxativamente.

"Fue muy bruto y muy duro conmigo, me golpeó", indicó ella durante su declaración. De acuerdo con su testimonio, el hombre le indicó que se quitara también la ropa interior. La víctima aseguró que le pidió permiso para ir a orinar. Al terminar, la agarró del pelo y la subió al coche hasta los asientos delanteros. "Si haces todo lo que te digo, no te pasará nada", le espetó supuestamente en el coche.

En la parte delantera del vehículo, la invitó a tomar una raya de coca. "Noté un pinchazo detrás y ya no era yo misma", precisó. A partir de este instante, se encontraba, supuestamente, bajo los efectos de la sumisión química, que le impedían resistirse. También aseguró haber visto una jeringuilla en el interior del coche.

Una vez que la mujer tenía la voluntad mermada, el sujeto empezó a grabarla en vídeo mientras mantenían el encuentro sexual con la supuesta intención de grabar una película porno. A continuación, el hombre condujo hasta el aparcamiento de un centro comercial, donde la dejó, antes de abandonar el lugar en su coche.

La víctima afirmó que después se subió a una kunda (un coche de toxicómanos) para que la trasladara a Son Banya para comprar droga, ya que en esos momentos tenía una gran adicción. A continuación fue a su domicilio.

Por su parte, el investigador del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional encargado del caso explicó que montaron un dispositivo para tratar de encontrar al hombre que grababa a las prostitutas y se comportaban con ellas violentamente. En su domicilio encontraron dos vídeos del encuentro sexual con esta mujer, aunque no se apreciaba una actitud especialmente violenta. Al examinar su ordenador, se hallaron en el historial 30 búsquedas de burundanga o de cómo fabricar cloroformo.

Dos forenses comparecieron también ante el tribunal para explicar la valoración. En un primer informe, una especialista indicó que la mujer podría haber consumido burundanga. No obstante, luego rectificaron esta apreciación al concluir que los numerosos detalles del encuentro sexual aportados por la víctima no eran compatibles con el consumo de la escopolamina. "Los recuerdos de lo que ha ocurrido en un periodo muy breve de tiempo no se graban en la memoria y desaparecen".