Eran las 00.30 horas cuando el joven se detuvo al ver una maleta entreabierta con lo que parecía ropa. Al destaparla, vio parte de un tronco humano. Asustado, corrió hacia la acera de enfrente e interceptó a dos agentes que tenían su vehículo detenido en esa esquina. Los policías constataron que era reciente y que faltaban las cuatro extremidades y la cabeza.

En minutos, numerosos agentes acordonaron la zona. Los primeros agentes ordenaron localizar a las empresas de recogida de basuras y detener los camiones. Era tarde, los vehículos ya habían vaciado todos los contenedores del barrio una hora antes. De hecho, fueron revisados, pero todos estaban vacíos. Incluso se requirió un camión para vaciar los de vidrio y papel, pero tampoco había ni rastro del resto del cadáver.

Identificado por un tatuaje

Tras una minuciosa inspección de toda la zona, que fue acordonada por la policía, la maleta fue retirada con los restos humanos en su interior y trasladada al Instituto de Medicina Legal (IML), donde ayer por la mañana fueron inspeccionados por dos forenses.

La primera conclusión, es que se trataba de un hombre de entre 35 y 45 años, alto y de complexión atlética. Al lavar el cuerpo, descubrieron un tatuaje entre la ingle y el pubis que acabaría siendo fundamental para su identificación. Tanto como la denuncia por desaparición interpuesta por la hermana de la víctima, que acudió a una comisaría de Valencia para dar cuenta de la ausencia de su hermano apenas 20 minutos antes de que el joven hallara sus restos dentro de la maleta. Pero entonces nadie sabía aún quién era.

El otro hallazgo de los forenses fue una enorme herida por arma blanca en un costado, posiblemente infligida con el mismo cuchillo de cocina que el asesino utilizaría horas después para segar la vida del subinspector Blas Gámez y que ya está en manos de la Policía Científica para cotejar el filo con la herida cortante que presenta el tronco.

A falta de que concluya la investigación, que está siendo llevada por el grupo de Homicidios de Valencia, todo apunta, según se desprende de la reconstrucción de las últimas horas de la víctima, a que Alberto Enrique contactó con su verdugo en la noche del domingo, tras llegar a Valencia con un amigo que lo dejó en su portal.

A partir de ese momento, se pierde su rastro. Su hermana, asustada porque ni siquiera había abierto en todo el lunes la peluquería de la que era propietario, acudió a la policía a denunciar su desaparición. Al parecer, contactó con Pierre Danilo L. y acudió a su casa. Allí se produjo el asesinato y posterior descuartizamiento, que Danilo materializó en la bañera de su casa, donde la Policía Científica encontró aún restos de sangre, al parecer, de la víctima.

Danilo fue tan descuidado que incluso inundó el piso de su vecino de la planta inferior, quien subió el mismo lunes por la noche para llamarle la atención. El asesino le abrió la puerta desnudo y le pidió disculpas, alegando que se había quedado dormido con el grifo de la bañera abierto. A la mañana siguiente, el mismo vecino volvió a subir porque en su techo se habían formado manchas rosadas. La policía tomará muestras de esas manchas ante la sospecha de que es sangre de la víctima.

Pero no son las únicas evidencias de la implicación de Pierre Danilo L. en el asesinato de Alberto. Además, los agentes encontraron ayer tarde el DNI y un bolso de la víctima en casa del autor, a lo que se suma el testimonio de una mujer que vio al sospechosocaminando con la maleta por Peris y Valero casi cuatro horas antes de que fueran encontrados los restos de su primera víctima.