El rescate de Xisco Gràcia el pasado mes de abril en al cueva de sa Piqueta, con técnicas de espeleobuceo, demostró la complejidad de las tareas a las que se llegan enfrentar los submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil. "Fue una gran satisfacción y alegría porque se sacó a una persona viva", resalta Juan Carlos Rodríguez Sunye (Madrid, 1968), sargento de los buceadores del Instituto Armado en Balears.

Este experimentado submarinista subraya el secreto del éxito del más laborioso rescate al que se ha enfrentado en su dilatada experiencia. "En este caso fue determinante la toma de decisiones. La visibilidad era prácticamente nula y se concluyó que lo más adecuado era interrumpir las inmersiones para despejar los sedimentos del agua". Gracias a ello los especialistas en espeleobuceo del Instituto Armado consiguieron rescatar sano y salvo a Xisco Gràcia. Sobre esta caso hay diligencias abiertas por el Juzgado de Manacor.

"El espeleobuceo es el deporte con más mortalidad que hay", destaca categórico. La regla de los tres tercios de aire en la botella -un tercio para ir, otro para volver y otro para los imprevistos- no es suficiente para mitigar el peligro omnipresente en esta práctica deportiva.

De los nueve submarinistas con los que cuenta la Guardia Civil en Balears dos son expertos en rescate en espeleobuceo y otro tantos están en proceso de formación. Para el salvamento más difícil. El tiempo medio de respuesta de los buceadores en las islas está en torno a los 15 minutos en las bases de Cala Rajada, Sóller y Portopí.

Durante el pasado año, los buceadores del GEAS recuperaron tres cadáveres en Balears y participaron en seis salvamentos. No obstante, la inmensa mayoría de sus misiones consistieron en vigilancias de puertos (106), costas (104) y los reconocimientos preventivos, con 34 actuaciones.

"El exceso de confianza" o "la falta de preparación", abunda Rodriguez Sunye, son los factores que confluyen para que se tenga que activar el rescate de un submarinista. "Mucha gente solo piensa en bucear profundo sin pensar en lo que va a hacer a esa profundidad. La percepción de los colores se pierde con los metros", indica.

Además, hay un cúmulo de imprudencias que se suceden de forma cíclica. "Siempre te encuentras submarinistas que hacen la inmersión solos, cuando es algo que está terminantemente prohibido", insiste. En otros casos, un descuido les hace que también acaben en solitario, con los peligros que esto conlleva. "Muchos fotógrafos subacuáticos se separan y ya no encuentran a su compañero".

Comportamientos temerarios

En otras ocasiones, los comportamientos son abiertamente temerarios que incumplen reglas básicas del buceo, como no subir a hacer la parada de seguridad antes de sobrepasar los 50 bares de presión marcados en el manómetro de la botella. Otras imprudencias comunes es bucear tras haber ingerido alcohol. "Da a lugar a problemas", destaca.

Cuando se da un problema serio de descompresión, la cámara hiperbárica es la única salida razonable para limpiar la sangre. "Tienen que decir lo que han estado respirando para que se les insufle a alta presión". Esto no siempre ocurre así y los problemas no tardan en aflorar.

El sargento de los GEAS explica que habitualmente se subestima el peligro al bucear dentro de pecios. "Se asemeja al espeleobuceo", precisa. La aparición de una tintorera en la costa hace unos meses la califica de "algo raro". Al mismo tiempo, el suboficial hace hincapié en la escasez de fauna marina en las islas.

De hecho, la lucha contra los pescadores furtivos es otra de sus principales misiones. "En la pesca deportiva, a los peces hay que cortarles la cola. Cuando hay sospechas de que estamos ante un furtivo, le hacemos que corte la cola delante de nosotros. Si no lo hace es porque lo quiere vender a un restaurante." Las praderas de posidonia acaparan buena parte de sus preocupaciones. "Muchos tiran el ancla por desconocimiento y otros por negligencia", precisa.

Fuera del agua, las inspecciones del GEAS se han saldado hasta el momento con 55 denuncias a empresas de actividades deportivas marinas -centros de buceo o motos náuticas- por operar sin el correspondiente permiso.