La Audiencia de Palma inició ayer el juicio contra un abogado septuagenario acusado de un delito continuado de apropiación indebida por presuntamente haberse quedado con más de 600.000 euros de una cuenta bancaria que compartía con su compañero de despacho, otro letrado, para gestionar los gastos de sus clientes, la mayoría extranjeros, entre 2005 y 2012.

Esta cuenta era solo para atender los gastos de kuwaitíes con propiedades en la urbanización Sol de Mallorca, en Calvià. Entre los clientes con los que trabajaban había un miembro de la familia real kuwaití, según explicó ayer el abogado perjudicado.

El acusado, de 75 años, ayer se acogió a su derecho a no declarar ante el tribunal de la sección primera, después de que la sala desestimara todas las cuestiones previas planteadas por su defensa, que alegó que el letrado padece demencia desde hace años y que incluso una neuróloga de Son Llàtzer había determinado que no podía enfrentarse a un proceso judicial debido a su enfermedad mental.

El hombre confesó con anterioridad los hechos en varias ocasiones durante la instrucción del caso e incluso ante notario. "Hay un reconocimiento de deuda", destacó la fiscal. Además, entregó 75.000 euros en concepto de reparación del daño.

La fiscalía solicita para él una condena de cinco años de prisión y diez meses de multa con una cuota diaria de diez euros por apropiación indebida continuada. En concepto de responsabilidad civil, pide que indemnice a su compañero de despacho con 607.517 euros.

Según la versión del ministerio público, el acusado, abogado de profesión, compartía despacho con otro letrado. Ambos abrieron una cuenta solidaria en una sucursal bancaria para atender los gastos de sus clientes kuwatíes. El encausado era el que atendía a los pagos de los clientes, quienes alimentaban la cuenta con provisiones de fondos.

Según la fiscalía, el letrado se aprovechó de la estrecha relación con su compañero y de la confianza existente, e incorporó a su patrimonio desde 2005 hasta 2012 diversas cantidades que destinaba a usos propios, entregaba a su entorno familiar o bien atendía a gastos de clientes suyos que no guardaban relación con los ingresos efectuados en la cuenta.

Así, entre 2009 y 2012, entregó 40.000 euros procedentes de la cuenta común a un amigo. Según la fiscalía, a lo largo de los años, el acusado realizó disposiciones no verificadas ni justificadas por importe de 607.517 euros.

Ayer al mediodía, el letrado perjudicado recalcó ante la sala que confiaba en él. "Yo tenía plena confianza en él. Este señor era mi amigo, él se encargaba de estas gestiones, todos los pagos y los cobros eran responsabilidad de él, él era el administrador físico, el que iba a las reuniones de las comunidades de propietarios, era una persona de absoluta confianza, le pagaba el 30 por ciento de mis honorarios", indicó la víctima.

'Era un desastre'

"Él como administrador era un desastre. Todo se destapó cuando llamó la directora del banco porque embargaron más de 60.000 euros de otra cuenta", añadió el perjudicado. Entonces, se descubrió que no se habían pagado actas, impuestos como los IBIS o el impuesto de sociedades no residentes de clientes.

"El cliente hacía provisiones de fondos para atender lo que fuera necesario. Yo me limitaba a traducir lo que el acusado hacía porque él no tenía ni idea de inglés. El que hacía los pagos era él. Yo le recordaba que no tenía por qué financiar a un cliente que es multimillonario y que cobra mil y pico millones en acciones. Pero no me ha importado adelantar dinero a clientes de más de 30 años", aseguró el abogado perjudicado.

"No le quiero quitar un céntimo a él. No le deseo ningún mal. No me quiero lucrar de nada, me atengo a lo que dice la pericial. He tenido pérdidas de más de 500.000 euros. He pagado deudas por 500.000 euros. Todo eso lo he tenido que asumir yo. Por eso, reclamo lo que dice la pericial. Reclamo todo lo que ha salido de esa cuenta y que no se ha justificado. Yo he ido cubriendo agujeros poco a poco, pagando impuestos, gastos, los intereses de la Seguridad Social", detalló la víctima, quien reconoció que sigue manteniendo a los kuwatíes como clientes porque confían en él.