Un juzgado penal de Palma inició ayer la vista oral contra el dueño de una gran finca de Santa Eugènia por maltrato animal por presuntamente haber colocado cebos envenenados en las inmediaciones de su propiedad que provocaron que cinco perros de vecinos resultaran intoxicados y tres de ellos finalmente murieran en marzo de 2015, en temporada alta de caza.

La fiscalía considera que utilizó este preparado, una mezcla de paté para gatos junto con granulado de un plaguicida que mata caracoles de color azul, con la finalidad de eliminar animales depredadores para favorecer la actividad de caza en su finca. Por ello, solicita para el encausado, español de 62 años, una pena de 18 meses de prisión y cuatro años de inhabilitación para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales o su tenencia por un delito de maltrato animal.

Por su parte, las acusaciones particulares, en representación del grupo ecologista GOB y de una asociación de cazadores, reclaman 14 meses de cárcel y 27 meses de prisión, respectivamente, al calificar los hechos como un delito contra la fauna y contra los animales domésticos. La asociación, además, interesa que se le inhabilite para cazar durante tres años. Mientras, el abogado defensor pide la libre absolución de su cliente.

El sospechoso ayer por la mañana negó los cargos. El hombre, que es cazador, rechazó de forma tajante haber elaborado los cebos envenenados que se encontraron en su finca, s'Atalaia, la más grande del municipio. Los agentes del Seprona de la Guardia Civil confirmaron que en abril de 2015 hallaron cinco cebos en la propiedad. "Eran una mezcla de paté con bolitas azules. Eran cinco bolas del tamaño de una pelota de golf y estaban dispuestas para eliminar alimañas o gatos asilvestrados. Estaban puestas para que cualquier animal que lo coma se envenene y también al alcance de cualquier persona, por lo que también hay peligro para las personas", destacó ayer uno de los investigadores.

El pasado 21 de abril de 2015 los agentes efectuaron una actuación junto con compañeros de Madrid con un perro detector de veneno. Descubrieron cinco cebos envenenados en la finca del acusado. Dos días después, inspeccionaron un almacén agrícola en esa misa zona. En un cuarto cerrado con llave los investigadores hallaron muchos envases con productos fitosanitarios. Encontraron también allí paté para gatos y un bote con el producto para matar caracoles. "En la finca no me consta que hubiera gatos", precisó el guardia civil. Según su versión, actualmente en la isla tienen casos de envenenamiento de perros por ejemplo en Ariany, Santa Maria o Bunyola, pero en Santa Eugènia ya no ha habido más problemas desde entonces, pese a que se registraron muchos casos parecidos años atrás.

Niega las acusaciones

El acusado insistió en que él nunca colocó cebos envenenados en su finca. "Si los tengo que poner, los pondría en mis cotos, no en mi casa porque tengo perros y animales sueltos", recalcó. "Y si hubiera querido esconder algo, lo hubiera podido haber hecho desaparecer, estaba muy tranquilo", contestó al preguntarle por los productos que la Guardia Civil encontró en un cobertizo. "Allí había productos de mi padre que ya ha fallecido y de mi suegro que estaban caducados y que antes estaban permitidos y ahora no", aclaró. "Había productos de fumigar de hace muchos años", añadió. Respecto a los dos botes de paté descubiertos, indicó que eran comida para los gatos. Según su versión, tiene dos gatos encerrados donde tiene el grano para que acaben con los ratones. "De vez en cuando les doy el paté para que coman los gatos", explicó. También confirmó que disponía de un producto para controlar las plagas de caracoles.

El propietario de la finca, que admitió que caza conejos en este paraje, recordó que años atrás a él se le murieron tres perros. "Hace dos años estaba cazando y se me murieron dos perros y otra vez se me murió otra. Como no sabía quién los había envenenado no lo denuncié", señaló. El hombre también manifestó que él cada día deja a sus perros sueltos por su propiedad, en la que tiene ovejas, gallinas, cerdos, cabras o hurones. "Soy amante de los animales. Me sabe mal matar a un animal. No he utilizado cebos envenenados", recalcó. La Audiencia de Palma le condenó en 2004 por dos delitos contra el medio ambiente, uno por uso ilegal de cebos envenenados en su finca para matar alimañas y otro por verter escombros en el cauce de un torrente de la propiedad en un área natural de especial interés.

Ayer también declararon varios vecinos perjudicados, cuyas fincas lindan con la del sospechoso, s'Atalaia. Uno de ellos recordó que su perro empezó a encontrarse mal y su mujer le dio un remedio para que vomitara. El can se recuperó tras vomitar una sustancia azul. Otro matrimonio mayor explicó que sus dos perras resultaron envenenadas en marzo de 2015. Una de ellas falleció y la otra pudo salvarse gracias al veterinario. "Es muy fuerte ver cómo un animal se está muriendo rabioso. Mis perras empezaron a temblar y a vomitar. En el vómito había bolitas azules, parecían perdigones. Para nosotros, Fosca era como un miembro más de la familia. No creo que nadie sea tan inhumano de hacer algo así a un animal", manifestó una de las perjudicadas muy afectada.