Los agentes de la Guardia Civil de Tráfico son conscientes del frágil equilibrio en que se mantiene la circulación en la isla, en las que cualquier imprevisto, por nimio que sea, tiene consecuencias muy graves. Es lo que ha pasado una y otra vez esta semana, en la que se han sucedido los atascos kilómetros, provocados a veces por accidentes leves.

"Desde que se produce uno de estos siniestros, por ejemplo una colisión por alcance sin heridos, hasta que los servicio de grúas retiran los vehículos, puede pasar media hora. Pero a veces eso basta para que se forme un atasco monumental", explica un experimentado guardia civil destinado en la isla.

Este guardia incide en que, en muchas ocasiones, el accidente se puede resolver con un parte amistoso, en el que los conductores se ponen de acuerdo para explicar las circunstancias de la colisión. "De ser así, y si las condiciones de seguridad lo permiten, ellos mismos deberían retirar sus vehículos hasta el arcén cuanto antes para evitar obstaculizar el tráfico hasta que lleguen las asistencias". Pero muchas veces esto no ocurre así. Hay muchos conductores que se niegan a tocar los vehículos hasta que llegan las dotaciones de la Guardia Civil, para que certifiquen las circunstancias del siniestro. "Esto es especialmente complicado si los coches han quedado en el carril central o el izquierdo".

Y a ello se une otra circunstancia que, aunque parezca nimia, agrava mucho el problema: el efecto mirón. Cuando se encuentran con un accidente, los conductores tienen tendencia a reducir la velocidad para ver qué ha pasado. Esta conducta puede parecer irrelevante, pero multiplicada por todos los coches que pueden pasar junto a un siniestro en un momento de máxima densidad provoca retenciones que pueden alcanzar grandes dimensiones en poco tiempo. "A menudo nos encontramos con atascos provocados por el efecto mirón incluso en los carriles del sentido contrario, donde no hay nada que obstaculice la marcha", concluye el guardia.