A primera hora de la mañana, decenas de efectivos del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil se desplegaron por las calles de Son Gotleu para aplacar cualquier atisbo de resistencia. La imponente presencia de esta unidad de élite del Instituto Armado logró con creces su objetivo. Los agentes -con indumentaria negra, el rostro cubierto con pasamontañas y con armas largas- silenciaron por completo este conflictivo barrio palmesano.

Un contingente de 40 agentes del GRS se había desplazado expresamente desde Madrid para culminar la fase de explotación de la denominada ‘Operación Llamps’. En la plaza de Fra Joan Alzina de Son Gotleu establecieron un infranqueable perímetro de seguridad mientras decenas de efectivos registraban un inmueble, de atmósfera irrespirable, en busca de droga y practicaban las primeras detenciones.

El habitual griterío reinante en Son Gotleu ante la mínima presencia policial se quedó silenciado de manera expeditiva. A lo sumo, algunos vecinos se asomaron tímidamente desde algunos balcones mientras guardaban un escrupuloso silencio. El mutismo era extensivo a algunos bares y establecimientos de la zona, donde los testigos observaron desde la distancia la evolución de la operación.

El otro punto caliente de esta operación antidroga de la Guardia Civil fue el municipio de Capdepera. Un joven vecino de la calle Leonor Servera de Cala Rajada se despertó ayer sobresaltado al oír un enorme estruendo procedente del piso de al lado. “Cuando me he asomado he visto la puerta partida por la mitad y mucha Guardia Civil”, indicó. Poco después, agentes del Instituto Armado se llevaban detenido al morador de dicha vivienda, de origen magrebí, por un presunto delito contra la salud pública.

Precisamente, en los últimos meses se habían ido acumulando las denuncias y las quejas vecinales entre los residentes del municipio de Capdepera y, en concreto, de Cala Rajada, por la masiva venta de droga. De hecho, las protestas por la degradación por el tráfico de sustancias de estupefacientes en este núcleo turístico se habían acentuado considerablemente.

“¡Le han puesto la casa patas arriba!”, exclamó ayer una vecina de la calle Cervantes de Capdepera al observar el expeditivo registro en el inmueble donde residía una vecina. Al parecer, según señaló esta residente, la discusión se había originado porque “buscaban 300.000 euros ocultos en el colchón”, aseguró. No obstante esta suma no apareció por ningún lado. “¡Cómo voy a tener ese dinero en el colchón!”, insistió la residente.

La actuación de los efectivos de la Guardia Civil culminó con otros registros domiciliarios en Inca y Manacor.