La Audiencia de Palma ha condenado a un abuelo a cinco años y medio de prisión por abusos sexuales continuados a su nieta desde los cinco a los diez años entre 2006 y 2012 en varios puntos de la isla. El acusado, de 70 años, besaba en la boca a la niña y la sometía a tocamientos íntimos. Estos episodios se repitieron en varias ocasiones en distintos domicilios de familiares, donde la menor pernoctaba, así como en un ‘llaüt’ y una furgoneta del sospechoso. El abuelo le advertía de que no dijera nada porque él iría a la cárcel y ella, a un centro de menores.

La sentencia de la sección primera, que aún no es firme y que cuenta con un voto particular discrepante de la presidenta del tribunal Samantha Romero, que considera que el hombre debe ser absuelto, también ha impuesto al procesado la prohibición de aproximarse y comunicarse con la víctima por un periodo de diez años, así como una indemnización de 15.000 euros.

La sala ha apreciado la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas, ya que entre la denuncia presentada y el juicio han transcurrido cuatro años en una causa que no era excesivamente compleja. La fiscalía solicitó para el abuelo encausado seis años de cárcel, mientras que la acusación particular reclamó 15 años por agresión sexual. Por su parte, el abogado defensor, Eduardo Morey, pidió la libre absolución.

Las dos magistradas le han impuesto cinco años y medio de prisión, la pena máxima dentro de la horquilla posible, al tener en cuenta “la gravedad de los hechos” y las circunstancias en las que tuvieron lugar, ya que se produjeron en un ámbito de hogar y familiar, “donde la víctima ha de sentirse protegida y por una persona de su círculo más próximo con la que existen lazos de afecto, como es su abuelo, quien tiene el deber legal de protegerla”.

La sentencia destaca que la declaración inculpatoria de la menor es prueba apta para enervar la presunción de inocencia del acusado al ser persistente y verosímil, además de estar corroborada por datos objetivos periféricos. Estos argumentos no los comparte en absoluto la presidenta del tribunal Samantha Romero y por eso emite un voto particular.

Según se declara probado, el abuelo se aprovechaba de su situación convivencial con su nieta y de su posición prevalente para abusar de ella desde que contaba con cinco o seis años hasta los diez. Le daba besos en la boca, le decía que se desnudara y la tocaba. A raíz de estos hechos, cuando cumplió nueve años, la menor empezó a sentir rechazo hacia su abuelo y sufrió alteraciones de comportamiento, por lo que precisó tratamiento psicológico.