Los cadáveres de los dos ancianos devorados por sus perros durante dos meses en Llucmajor están irreconocibles. El mal estado de los cuerpos ha llevado a la médico forense encargada del caso a recurrir a las pruebas de ADN para certificar su identidad y, por tanto, a posponer la autopsia. La Guardia Civil da el caso por resuelto, ya que no se encontraron indicios de criminalidad en la escena y todo apunta a que la pareja falleció, con algunos días de diferencia, por causas naturales.

El paso del tiempo y la acción de cuatro de los perros de la pareja, que se habrían alimentado durante estas semanas de sus restos, han impedido identificarlos plenamente. Los cuerpos estaban a poco distancia el uno del otro, en el patio de la finca, pero en diferentes estados de conservación. El del hombre, Andreu P.F. de 73 años, presentaba un avanzado estado de descomposición y los canes lo habían dispersado por el exterior de la finca. El de la mujer, Joana Amanda M.H., estaba momificado y tenía algunas mordeduras de menor entidad.

Los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil y la médico forense, que tras el hallazgo de los cuerpos el pasado lunes por la tarde examinaron la escena, llegaron establecieron como principal hipótesis que se trataba de dos muertes naturales. Pese al mal estado de los cadáveres, no se apreciaron signos de violencia ni indicios de criminalidad. Los agentes comprobaron, por ejemplo, que el hombre llevaba encima la cartera con dinero en su interior. Las pesquisas apuntan a que el habría fallecido debido a la dolencia cardiaca que padecía y ella, enferma de alzhéimer, quedó desatendida y pereció días después, al parecer de inanición.

La autopsia para confirmar esta hipótesis no se ha practicado todavía, a la espera de que se tomen muestras algún familiar de la pareja para cotejar su ADN y confirmar científicamente sus identidades. Estas pruebas demorarán varias semanas el cierre definitivo del caso.