Una mujer acudió a Vía Alemania para ser juzgada por un robo. La vista se retrasó y cuando llegó la hora de empezar su abogado descubrió con sorpresa que se había esfumado. El letrado la llamó insistentemente por teléfono, pero la acusada no respondía. La fiscal anunció que si no se presentaba estaba obligada a pedir su ingreso preventivo inmediato en prisión, ya que pedía para ella una condena de tres años y medio de cárcel. La sospechosa seguía sin aparecer y la propia magistrada llamó a uno de sus números de contacto. Respondió una familiar, a la que explicaron la situación pero no pudo aclarar dónde estaba la mujer. Finalmente, fue localizada y apareció de nuevo en la sala. "Es que no sabía cómo funcionaba esto", se justificó. Se ganó una buena reprimenda por parte de la magistrada antes del juicio, que acabó en una sentencia de conformidad a un año de cárcel.
Camioneros sin camarote
Llega el buen tiempo a las islas, empieza la temporada turística y con ella aparece de nuevo el overbooking en las navieras. Una treintena de camioneros que cubría la ruta entre Barcelona y Eivissa se quedó el pasado fin de semana sin camarote. Los transportistas tuvieron que viajar y pasar toda la noche sentados en butacas. Los chóferes se mostraron indignados al no poder descansar en una cama, tal como tenían previsto, ni tampoco ducharse antes de continuar con su jornada laboral. La empresa naviera alegó que el problema se debía a que una de sus embarcaciones se había estropeado, si bien los perjudicados apuntaron que había overbooking al haber vendido más pasajes en camarotes de los que realmente disponían. Al final, no les quedó más remedio a los camioneros, visiblemente contrariados, que viajar a las Balears sentados en butacas. Y eso que el verano aún no ha empezado.
Un entuerto judicial
En la Audiencia Provincial también tuvieron lo suyo. Un acusado anunció antes del juicio su intención de renunciar a su abogado de oficio y contratar a otro. El hombre aseguró que ya había contactado con un letrado para que asumiera su defensa, pero este no había acudido a la vista, lo que obligaba a suspenderla y aplazarla hasta después del verano. El tribunal mostró su sorpresa porque el acusado, citado desde hacía más de un mes, no hubiera anunciado este cambio antes y además no ofrecía ninguna garantía de que el abogado en cuestión se hiciera cargo del caso. Tras varios minutos de debate y dudas, el fiscal ofreció una solución: llamar al letrado para aclarar la situación. El magistrado que presidía el juicio contactó entonces con el despacho profesional del jurista, donde informaron de que no había ningún acuerdo firme con el acusado y solo habían mantenido conversaciones informarles con un familiar suyo. Así que el tribunal rechazó su pretensión y el acusado acabó siendo juzgado bajo la defensa de su abogada de oficio.
Una testigo aterrada
Una niña, víctima de abusos sexuales, tuvo que acudir al juicio contra el presunto pederasta para declarar como testigo. La menor estaba completamente aterrada ante la posibilidad de reencontrarse con su agresor y acabó defecándose encima. Una familiar tuvo que ir a comprarle ropa para cambiarla. El fiscal, por recomendación de la psicóloga que atiende a la pequeña, llegó a pedir que no declarara en la vista porque eso podía suponer un gran retroceso en su proceso de recuperación psicológica. Finalmente, se decidió que declarara por videoconferencia pese a estar en el mismo edificio. La niña, al saber que no iba a coincidir en la misma sala que el acusado, se tranquilizó y acabó relatando los abusos sufridos al tribunal.
Paciencia en un juicio
Una magistrada de Palma se armó de paciencia durante un juicio esta semana ante la actitud de la acusada. La mujer no dejaba de hacer anotaciones en unas hojas, así como gestos y risas. La juez le llamó la atención en varias ocasiones y le advirtió de que la expulsaría de la sala. La encausada interrumpió la vista oral varias veces realizando comentarios e hizo caso omiso a las indicaciones de la magistrada. En el turno de la última palabra, recurrió a la Constitución española y a su derecho de defensa.
La culpa, de las drogas
Un joven que está preso admitió hace varios días en un juicio que había intentado desvalijar una gasolinera de Palma de madrugada. Para acceder al local, el sospechoso realizó un butrón, es decir, abrió un agujero en el techo de una caseta y por allí se introdujo en el establecimiento. Luego, fue sorprendido por la Policía. El acusado reconoció que en esas fechas era consumidor de sustancias estupefacientes. "Tenía problemas con las drogas, ahora ya no los tengo. Acepto los hechos y mi responsabilidad", aseguró ante la magistrada.
Autoescala manual
El parque de bomberos de la Playa de Palma solo contaba con una autoescalera para responder a las emergencias en altura. Era poco fiable y no siempre respondía a las instrucciones del operador. A medias operaba en las últimas semanas hasta que se estropeó definitivamente. Solo había escaleras de mano. Un peligro cuando acaba de empezar la temporada alta y las salidas de los bomberos son continuas solo en las inmediaciones de la Calle del Jamón. Tras unos días sin autoescala, el viernes ya había otra en el parque.
Un motorista demasiado torpe
La falta de destreza de un piloto de una moto de gran cilindrada que se paseaba con ella por Binissalem acabó por delatarle. En realidad, se trataba de un ladrón que había sustraído la motocicleta poco antes en Palma. Sobre las diez y media de la noche del jueves, agentes de la Policía Local de Binissalem repararon en la extraña conducción del motorista. Al pedirle los papeles, el joven rumano de 25 años que la pilotaba, no pudo acreditar su propiedad. Sin embargo, la moto no figuraba como sustraída. Su propietario, en Palma, aún no se había percatado de que le habían robado la motocicleta y, por tanto, no había puesto denuncia alguna aún.
