La madre y la abuela de un niño fueron juzgadas ayer por entrar a la fuerza en el centro de acogida de Palma donde vivía el menor y atacar al personal para llevárselo pese a tener retirada la custodia. Ambas habrían agredido a dos educadoras y una adolescente que trataban de impedirles el paso, ya que se les había prohibido las visitas, y luego se enfrentaron a dos agentes de la Policía Local. Según una de las trabajadoras, las procesadas padecen esquizofrenia y están sin medicar, aunque las dos negaron tener problemas psíquicos. Las mujeres, que se enfrentan a penas de dos años de cárcel y multas por delitos de allanamiento de morada, lesiones y resistencia, negaron las agresiones y afirmaron que solo querían comprobar que el menor estaba bien cuidado.

Los servicios sociales detectaron en 2013 la posible situación de desamparo del niño y en diciembre se retiró la custodia a la madre. El pequeño pasó a ser tutelado por el Consell y desde entonces vive en una piso de acogida gestionado por la institución. En 2014, un juzgado condenó a la mujer a pagar una multa de 360 euros por una falta de incumplimiento de obligaciones familiares. Los técnicos consideraron que los encuentros con la madre y la abuela eran perjudiciales para el menor y se les acabó prohibiendo visitarle.

Entraron por la fuerza

Pese a esta decisión, las dos mujeres acudieron en la tarde del 18 de marzo de 2016 al piso de acogida donde residía el menor, en la planta baja de un edificio de viviendas. "Vi que estaban por la zona y como ya habían dado problemas cerré las persianas. Tocaron el timbre, salí y les dije que no podían estar allí. Se quedaron en el portal y llamé a la Policía, como marca el protocolo que tenemos", explicó una de la víctimas, que trabaja como educadora social en el centro. "Cuando otra educadora llegó al piso y abrió la puerta, aprovecharon para entrar a la fuerza. Decían que querían llevarse al niño", explicó la perjudicada.

Según este testigo, la madre se adentró en la vivienda y la abuela permaneció en el recibidor. Las dos trabajadoras intentaron entonces echarlas y se produjo un forcejeo. "Fue una situación tensa, de muchos nervios. Hubo gritos y el niño se escondió en el armario porque tenía miedo. La abuela me causó una lesión en las muñecas al sujetarme para que no interviniera", aseguró la víctima

El alboroto alertó tanto a otros dos menores que vivían en el domicilio como a varias vecinos del edificio. "La madre arañó en un costado a una de las niñas que se interpusieron. Al final acabaron saliendo a la calle", afirmó.

La otra educadora explicó que no era la primera vez que las dos mujeres causaban problemas. "Ya habíamos tenido que llamar a la Policía. Nos han seguido alguna vez cuando los niños volvían del colegio y otro compañero fue insultado", afirmó. Las dos trabajadoras contaron que el hijo y nieto de las dos acusadas "tenía miedo de salir solo del centro" por si sus familiares intentaban llevárselo.

Una de las perjudicadas explicó que, de acuerdo con los informes que figuran en el expediente del menor, tanto la madre como la abuela están diagnosticadas de esquizofrenia. La mujer afirmó que ninguna de las dos toma la medicación que debería para controlarla. Durante la vista declararon también la menor que recibió varios arañazos por parte de la madre como los dos agentes de la Policía Local que acudieron al lugar al ser alertados de los trabajadores por lo ocurrido.

Las dos acusadas reconocieron haber acudido al piso en el que estaba acogido el niño pese a saber que tenían prohibido visitarle, pero ofrecieron una versión diferente de lo sucedido. "Solo quería ver si mi hijo estaba bien, no llevármelo. No entré ni hice daño a nadie. Llamé al timbre, abrieron dos mujeres y cuando les pedí si podían enseñarme a mi hijo me dijeron: ´¡fuera de aquí! Hubo una discusión fuerte, me arañaron y me dieron patadas", aseguró la madre, que admitió haber estado en tratamiento psicológico "hace muchos años" pero afirmó que no tiene ningún problema mental.

La abuela, por su parte, contó que tras la prohibición de visitar al niño llegó a un acuerdo con un trabajador del centro que les permitía ver al menor a través de una ventana. "Aquel día no estaba ese señor. Salieron dos chicas y nos trataron como si fuéramos delincuentes, nos echaron. Nosotras no intentamos entrar a la fuerza, ellas nos agredieron", dijo. "Hacía tres meses que no veíamos al niño, solo queríamos ver que estaba bien", afirmó entre lágrimas la abuela. Las dos acusadas aseguraron haber sufrido arañazos y hematomas.