Unas heridas en las manos son la única evidencia física del calvario vivido durante más de 48 horas, encerrado en una cavidad sin ser consciente del gran operativo que intentaba rescatarlo. Con dificultades para respirar, a oscuras, sin alimento ni noción del tiempo transcurrido, llegó a tener visiones. Ya en casa, asegura que volverá a la cueva pese a la mala experiencia

-¿Cómo se encuentra?

-Bien, ya estoy dispuesto para volver a hacer espeleología (ríe). Te sabe mal por la gente que sufre, pero bueno, una vez pasado el problema...

-¿Qué ocurrió para que se quedara atrapado en la cueva?

-Todo empezó por la rotura del hilo guía, algo que no suele pasar nunca, es una cosa extrañísima. Empecé a hacer espeleolobuceo en 1994 y nunca había tenido un caso así. Estaba con mi compañero Guillem Mascaró. Yo había ido a explorar una serie de galerías y él había ido a hacer topografía de otras. Muchas veces cada uno hace su trabajo y luego nos encontramos en la entrada, pero coincidimos en un punto y él se acercó a mí. Había visibilidad cero y me movía la cabeza. Una punta de roca se había roto y rompió el hilo guía, que con la tensión se desplazó. Nos quedamos encerrados, sin poder salir.

-Y sin aire para volver.

-Sí. Cuando me di cuenta intenté instalar un hilo de emergencia, a ver si palpando podía encontrar el otro hilo y hacer un bypass para solucionarlo, pero no lo logré, era muy difícil. Ahí me hice las heridas en la mano, porque no llevaba guantes. Tardamos un rato en encontrar el problema y perdimos muchísimo aire. Es un complejo muy grande, con un recorrido de seis kilómetros, una red supercomplicada. Volvimos para atrás, hacia una sala de aire y nos replanteamos la situación. Con el aire que teníamos no podíamos volver los dos al exterior.

-¿Cuál era su plan para poder salir?

-En la zona en la que se produjo el incidente hay una variante,mucho más larga, que te permite conectar y superar el punto en el que se había producido la rotura del hilo. Miramos las botellas y tuvimos clarísimo lo que había que hacer. Guillem consume menos aire porque está más delgado y es mas bajo, y el que tenía que volver para avisar era él. Cogió sus dos botellas y una mía en la que todavía había aire y apuntamos muy bien el punto de topografía en el que me quedaba para que el resto de compañeros supieran situarlo. Guillem volvió y yo me quedé en esa sala.

-¿Cómo es ese lugar?

-Es una sala bastante grande. Sabía que existía pero yo no había estado nunca. Tiene unos cien metros de longitud y unos 40 o 50 de ancho, con muchos lagos a los lados. Había unos 20 grados y mucha humedad. El problema es que la atmósfera está muy cargada de CO2, y tienes mucha dificultad para respirar. Es muy duro estar un par de días respirando eso.

-¿Qué hizo durante tanto tiempo allí atrapado?

-Tenía que hacer la mínima actividad posible. Aparte de comerme el 'coco', lo único que hice fue hacer una prospección por la sala para ver si por casualidad hubiera una salida terrestre al exterior. Tenía el foco principal prácticamente agotado y me quedaban tres linternas auxiliares que iba usando muy poco. Solo para ir a orinar a un rincón, me quitaba parte del neopreno y luego me lo volvía a poner enseguida para no entrar en hipotermia. También iba buscar agua al lago. En superficie es salobre, pero bastante dulce y se puede beber. La piedra en la que me había dejado Guillem era incomodísima, te mojabas los pies y solo valía para estar un rato. Busqué un lugar plano cerca del agua, que no era fácil porque las rocas eran complicadas de subir, y una vez allí acondicioné lo máximo posible el sitio y puse unos hitos para no perderme por la sala y encontrar rápidamente el camino de ese lugar al agua. Salvo para ir a orinar o a buscar agua, estaba siempre a oscuras.

-¿En qué pensaba todo ese tiempo? ¿Pasó miedo?

-Te comes mucho el 'coco'. Pensé mucho en los niños [su hija de nueve años y su hijo de quince] y en por qué se había producido el incidente, algo que no había ocurrido nunca... En el espeleolobuceo estamos acostumbrados a estar solos, pero quedarse en una sala terrestre sin poder salir y que no te encuentren es la peor pesadilla para un buceador.

-¿Llegó a pensar que no lo encontrarían?

-Yo confiaba en Guillem, pero no tenía la certeza al cien por cien. Él no conocía muy bien esa galería, tenía miedo de que se liara en algún punto o se quedara sin aire. Yo no llevaba reloj y sin ninguna referencia no sabía cuánto tiempo había pasado. Yo tenía la sensación de que habían pasado cinco o seis días. No podía dormir con ese aire, era muy angustioso. No descansas, vas perdiendo fuerzas y calorías... Al final pensaba que no me encontrarían porque Guillem no había podido salir y entonces el resto tenía que revisar todas las salas con aire, una labor muy complicada. Y pensaba que a lo mejor a la que yo estaba no llegarían o la descartarían porque ya sabíamos que tenía mucha concentración de dióxido de carbono.

-¿Cómo fue el momento en el que lo encontraron?

-Debido al aire viciado había tenido visiones, me parecía ver luces que no estaban. Vi una que empezaba a aparecer, ruido de burbujas y corrí hacia allí por si pasaba de largo. Salió Bernat Clamor y fue un momento muy emocionante, nos abrazamos y nos besamos. Saber que me venían a buscar me dio mucha fuerza. Me dejó una bebida azucarada, me la tomé y él volvió para avisar.

-Y tuvo fuerzas para salir por su propio pie.

-Sí, tenía que bucear una hora y media para salir, pero me trajeron botellas con aire enriquecido con oxígeno. Fue como cargar las pilas. El camino de vuelta lo hice bastante bien, había buena visibilidad. Al llegar a la superficie me pegó como un bajón, tenía 32 grados de temperatura corporal y me llevaron a Son Espases. Me han hecho muchas pruebas y he dormido con mascarilla de oxígeno.

-¿Cuanto podría haber aguantada en esas condiciones?

-El problema sobre todo es mental, si no tienes claro si te van a venir a buscar y crees que han pasado seis días...

-¿Volverá a practicar espeleolobuceo?

-Sí. Es una parte importante de mi vida. Ha sido un susto grande, había tenido problemas, pero no como este. Más que miedo siempre he tenido respeto, sabes que has de extremar las precauciones. He aprendido mucho.