Los investigadores de la Guardia Civil solo tienen un fleco pendiente para cerrar definitivamente el caso del parricidio de Llucmajor: el análisis de tóxicos. Los agentes encargados del caso no tienen ninguna duda de que Raquel Martín, de 34 años, ahorcó a su hija y luego se suicidó del mismo modo. Sin embargo, queda la duda de si madre o hija habían ingerido fármacos o drogas antes de morir. Habrá que esperar al análisis en laboratorio de las muestras extraídas a los cuerpos para aclararlo. Los allegados a la mujer, muy afectados por lo sucedido, no logran comprender qué la llevó a matar al bebé y quitarse la vida, ya que no había dado muestras de estar deprimida. "No nos lo podemos creer. Todos nos preguntamos qué le pudo pasar para hacer esto tan horrible", escribía en una red social una tía de Raquel Martín.

Todas las pruebas recabadas por la Guardia Civil desde que fueron hallados los cadáveres, poco antes de las ocho de la mañana del miércoles en un establo próximo a la vivienda familiar en Son Granada (Llucmajor), apuntan a la misma dirección. La mujer, tras mantener una discusión por la custodia de la menor cuando el padre le dijo que quería separarse, mató a la niña y se suicidó. Policialmente, el caso está casi cerrado. Quedan sin embargo algunas incógnitas, como qué hicieron madre e hija desde que el padre se marchó de la vivienda por la tarde hasta que murieron hacia la medianoche. Durante ese lapso de tiempo, el hombre estuvo buscándolas y contactó con familiares, amigos e incluso con la Policía Local sin ningún resultado. Fue a la mañana siguiente cuando descubrió lo ocurrido.

La autopsia confirmó que en ambos casos la muerte era fruto de una asfixia por ahorcamiento y descartó la intervención de otras personas. Durante la necropsia se extrajeron muestras orgánicas de ambas para remitirlas a un laboratorio de la península. Una de las hipótesis que se manejan es que la mujer sedara a la pequeña antes de matarla o tomase algún fármaco o droga que alterara sus facultades. Esta prueba, una vez se ha tomado declaración a los allegados, es una de las últimas diligencias pendientes para concluir las pesquisas y cerrar el caso.

Los agentes encargados de investigar el parricidio no han encontrado evidencias de que Raquel Martín padeciera algún trastorno mental ni estuviera bajo tratamiento por depresión. Tampoco en su entorno habían detectado ninguna señal de que la mujer atravesara un bache anímico importante. No había pedido ayuda y sus familiares no encuentran explicación a lo ocurrido. "La familia está rota de dolor. No nos los podemos creer. Raquel era una niña muy buena y quería mucho a su hija", explicaba una familiar directa de la mujer en una red social. "Nos preguntamos qué le pudo pasar para hacer esto tan horrible. Parece que estamos viviendo una pesadilla. Pienso que ella, la pobre, estaba muy mal y ninguno nos dimos cuenta. Su cabeza en esos momentos tenía que estar muy mal. Sé que fue una gran madre y quería mucho a su niña. Raquel, solo tú sabes por qué lo hiciste", comentaba esta allegada, residente en Canarias.

En el mismo sentido, un amigo de la mujer consideraba inexplicable lo sucedido: "Los que conocíamos a Raquel no podemos llegar a imaginar siquiera qué pasó por su cabeza para actuar así. Tampoco imaginamos nunca que pudiera pasar".

El juzgado de instrucción que asumió las pesquisas ha dado ya el visto bueno para que los familiares se hagan cargo de los cuerpos. Algunos allegados, que el jueves realizaron los trámites necesarios en la sede judicial, regresaron ayer por la mañana al edificio de Vía Alemania para mostrar su gratitud por el trato recibido por parte de los funcionarios en unos momentos tan dolorosos y trágicos para ellos.