La Policía desplegó anoche un amplio operativo de vigilancia en Avilés (Asturias) y sus inmediaciones para tratar de apresar a un joven que horas antes había secuestrado a un taxista en Oviedo a punta de pistola y le obligó a conducir desde la capital del Principado hasta el aeropuerto. Sin embargo, se arrepintió por el camino y quiso ser él mismo quien llevase el coche. En ese momento ordenó al taxista que se metiera en el maletero del vehículo, un Toyota Prius. Una vez encerrado en el compartimento trasero, el pistolero se puso al volante y condujo, según las explicaciones que luego dio el chófer profesional, hasta el concejo de Cudillero, donde al parecer se perdió.

Desorientado y en plena noche, el secuestrador repuso al taxista al volante y le mandó, siempre encañonado desde el asiento trasero, que diese la vuelta y se dirigiese a Avilés. Ya dentro del casco urbano de la Villa, el joven mandó parar el vehículo y se bajó del mismo, no sin antes amenazar al taxista con matarlo si le denunciaba a la Policía.

La víctima del asalto reanudó la marcha y a los cincuenta metros encontró la parada de taxis del bingo de Avilés, donde paró, aparcó y pidió auxilio a los compañeros que en ese momento esperaban clientela. "El pobre hombre estaba hecho un manojo de nervios, temblaba como una hoja", relató uno de los testigos. Inmediatamente, los taxistas llamaron a la Policía, que mandó tres unidades al lugar.

Una vez que el hombre secuestrado contó la historia y describió de la mejor forma que pudo a su secuestrador se puso en marcha una operación para cerrar las salidas de Avilés y buscar por las calles al pistolero. Al cierre de esta edición no le habían dado caza, y el taxista ovetense, ileso, prestaba declaración en la Comisaría de la ciudad. Además del monumental susto que le dio, el secuestrador le robó al conductor del taxi el teléfono móvil y la recaudación del día.