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Entrevista

Angélica Pastor: "Fueron policías locales los primeros que denunciaron la corrupción"

La responsable de la Policía hace una llamada a recuperar la credibilidad a través del trabajo diario

La concejala Angélica Pastor, en su despacho de Sant Ferran. X.P.

La concejala de Seguretat de Cort, Angélica Pastor, es la principal artífice de los cambios organizativos que se preparan en la Policía Local de Palma

-Usted se incorporó al cargo hace casi dos años, en plena erupción de la investigación sobre la corrupción en la Policía. ¿Qué recuerda de aquellos primeros tiempos?

-El día que yo entré, a las doce del mediodía detuvieron a Biel Torres, jefe de la Patrulla Verda. Yo llegué a las tres. Me esperaba el entonces jefe, Joan Mut, en la puerta y apareció Biel Torres, que salía del calabozo. Es la primera y última vez que le vi. La sensación era de no saber qué estaba pasando. Fueron unos primeros meses muy duros. Necesité un tiempo para conocer a cada uno. Tenía que poner nombre y cara a los que me rodeaban. Joan Mut hizo de anfitrión, pero no hubo traspaso de poderes por parte del anterior regidor. El caso estaba abierto en canal, la gente hablaba a medias, nadie te contaba lo que pasaba y yo me encontraba muy sola.

-¿Cuál fue su primera decisión?

-Lo primero que intenté fue poner control sobre determinadas situaciones. Los mandos tenían mucha autonomía en sus grupos, no había una puesta en común, cada uno hacía lo que le parecía. Todo estaba separado en pequeñas parcelas de poder. El control de la Policía estaba en manos de mucha gente sin coordinación con la junta de mandos. La Policía se movía por inercia. Cada policía sabía su trabajo diario, había una dinámica de muchos años de trabajo, pero no había estrategia global, ni planificacion.

"La plantilla está muy afectada por la investigación. Esto es una gran familia y hay algo de corporativismo"

-¿Qué problemas se derivaban de esta situación?

-Llegamos al verano de 2015 sin ninguna planificación. Había una desidia total heredada del anterior regidor. Me encontré con que tenía solo ocho agentes para cubrir las noches en la Playa de Palma. Hasta agosto hubo un mal verano, con peleas entre vendedores ambulantes y turistas. Hubo que enviar unidades de refuerzo de otros grupos y logramos reducir la conflictividad. Pero además me encontré con que no había presupuesto. Quedaban 6.000 euros para todo el año. Solo habían previsto dinero para la comida de los animales, los caballos y los perros. Al menos habían pensado que los animales tenían que comer. Pero no había partidas de gastos de mantenimiento, ni para material. Ni para una carpeta.

-¿Cómo era su relación con los mandos de entonces?

-La Jefatura ponía trabas a todos los cambios. Cuando iba a empezar el dispositivo de los colegios, yo quería que participaran todas las unidades, pero no lo pude conseguir hasta el último día, justo antes de que empezaran las clases. Había una resistencia clara a cumplir las órdenes, cuando no una desobediencia clara. Desde el primer momento, solo pude contar con los mayores Bravo y Brull. Luego los otros se fueron sumando, pero inicialmenente eran reacios. Tuve que dejar a un lado a la cúpula y recurrir a los mayores, que han hecho un gran esfuerzo, con gran implicación para resolver los problemas.

-¿Y con el jefe, Joan Mut?

-Mut estaba imputado y el alcalde ya había dicho que no quería un jefe imputado. Estaba de salida y no ejercía de jefe. Además consideraban mis decisiones como injerencias. Creían que el político debía ser un hombre de paja. Mut me llegó a decir que a la junta de mandos o iba él o iba yo. Yo le contesté que yo iba a ir, que si él no quería, que no fuera.

¿Cuándo se planteó la necesidad de una reorganización tan grande en la Policía?

-A finales de 2015 habíamos constatado que no se podía seguir así. Era una cuestión de funcionamiento interno, de que se siguieran las directrices marcadas. En la actualidad, a pesar de que no se ha implantado aún el nuevo organigrama, ya funcionamos con la nueva línea de trabajo.

-¿Cómo ha vivido esta etapa?

-Yo venía dispuesta a hacer un trabajo político y durante este tiempo me he tenido que centrar en realizar una labor muy técnica para solventar estos desaguisados. La verdad es que me ha supuesto un gran desgaste.

-¿Ha notado que la investigación y las detenciones han afectado psicológicamente al resto de la plantilla?

-Sí, la gente está muy afectada, muy desmotivada. Esto es una gran familia. En parte literalmente, porque hay muchos familiares, muchos hermanos en el cuerpo. Pero también es un colectivo que tiene algo de corporativismo, evidentemente.

"Antes los mandos tenían mucha autonomía en sus grupos y no había

una estrategia global"

-También ha supuesto un golpe a la credibilidad de la Policía.

-Sí, pero creo que en este caso es injusto. Me parece una injusticia dar este trato a toda la Policía. Y no me canso de decir que la investigación partió de los mismos policías locales. Fueron policías locales, de la casa, los primeros que denunciaron la trama de corrupción, y que tuvieron que soportar que en aquellos momentos se les tachara de díscolos o de malas personas. Y eso no se tiene en cuenta muchas veces, pero creo que hay que agradecérselo y ponerles como ejemplo de la verdadera Policía Local.

-¿Entre los cambios futuros, hay algo previsto para tratar de superar este ambiente de depresión en el cuerpo y recuperar el prestigio ante los ciudadanos?

-Se ha incorporado una psicóloga para atender a la plantilla durante una temporada. Es temporal, ojalá pudiéramos tenerla siempre, pero es temporal. Y plantearemos un trabajo psicológico con las unidades, para ver que podemos mejorar.

-¿Harán terapia de grupo?

-Sí, de eso se trata. Y la otra parte, la de la percepción de la imagen por los ciudadanos, pasa, y ellos tienen que ser conscientes, por la mejora de la prestación del servicio diario. Cuando los ciudadanos vean más policías en la calle, policías más implicados en la barriada... Eso se reconocerá. Como en todos los colectivos habrá policías mejores y peores, eso no lo podemos evitar, pero sí que la dinámica de trabajo sea diferente.

-¿Cree que va a costar recuperar el prestigio?

-Sí, bueno, está costando. En mi discurso de la pasada Diada yo hablé del orgullo de la Policía Local de Palma. Creo que en este caso hay que empezar por uno mismo, son ellos los que se tienen que sentir orgullosos de pertenecer a la Policía Local de Palma, y a partir de ahí, transmitirlo a los ciudadanos.

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