La Audiencia de Palma ha juzgado hoy a un jubilado por reiterados abusos sexuales a su sobrina cuando esta tenía entre dos y tres años en el domicilio familiar que compartían en la ciudad en 2013 y 2014. El acusado, de avanzada edad, ha negado los hechos ante la sala. El hombre ha rechazado haber sometido a la niña a tocamientos íntimos. Únicamente ha señalado que jugaba con la menor en casa y que en ocasiones, cuando ella se lo pedía, la llevaba al baño y le bajaba los pantalones para que la menor pudiera hacer sus necesidades.

El sospechoso ha reconocido que entre marzo de 2013 y agosto de 2014 vivían en la misma vivienda en Palma la pequeña, sus padres, otro hijo y él. Según su versión, nunca habían tenido un problema anterior entre ellos y la relación siempre había sido buena. El pensionista, español y sin antecedentes penales, ha asegurado que "muchas veces" se llevaba a su sobrina a su cuarto. "Ella traía sus juguetes, sus muñecas para jugar", ha explicado. El hombre ha negado haber hecho cosquillas a la víctima, así como haberle realizado tocamientos. También ha rechazado haber abusado de otra sobrina 20 años atrás, unos hechos que estarían ya prescritos.

La fiscalía solicita para el encausado una pena de cinco años de prisión por un delito continuado de abuso sexual. La acusación pública también pide que se le prohíba aproximarse y comunicarse con la perjudicada durante diez años y que indemnice a sus representantes legales con 20.000 euros por los daños morales causados. Según el ministerio fiscal, el hombre, en esas fechas y en más de una ocasión, llevaba a su sobrina a su habitación y allí le quitaba la ropa interior y le hacía tocamientos íntimos.

La menor, que ha declarado a puerta cerrada a través de videoconferencia, ha indicado que jugaba con su tío a papás y mamás, pero no ha podido aportar más detalles insistiendo en que no recordaba lo ocurrido. Una psicóloga ha destacado que la niña no quería revivir los hechos, no quería ir al juicio y que decir que no se acordaba de lo sucedido era como "una barrera de autoprotección".

La madre de la perjudicada ha manifestado que una tarde de agosto de 2014 vio a la niña que se tocaba su zona genital y le dijo que eso no se hacía. Entonces, su hija le respondió extrañada por qué no lo podía hacer si lo hacía con su tío. Tras asesosarse con una pediatra y una trabajadora social, finalmente denunciaron los hechos. La progenitora ha aclarado que no hacía falta acompañar a la menor al baño porque ella era autosuficiente y ha negado que la denuncia se debiera a que querían echar de casa al tío porque la vivienda se les quedaba pequeña para todos.

Otra sobrina del acusado, que ya es mayor de edad, ha relatado hoy ante el tribunal de la sección primera que cuando tenía entre siete y nueve años el sospechoso la sometía a tocamientos por encima de la ropa. Nunca lo quiso denunciar entonces para no hacer daño a sus padres, para sobreproteger a su familia, según su versión. Sin embargo, al enterarse de que su propia sobrina, con tres años, podía estar pasando por lo mismo al ser abusada por la misma persona, se decidió a contarlo para proteger a la niña. La testigo ha detallado las ocasiones en las que fue sometida a tocamientos íntimos y ha recalcado que incluso llegó a poner carteles en su habitación en los que se podía leer: 'Prohibido pasar'. Estos hechos de hace 20 años están ya prescritos.

Dos psicólogas han ratificado que la versión de la niña es compatible con los hechos. Una de las peritos ha descartado que la menor esté influenciada o manipulada y que fabule o invente. Según su tesis, la niña describe una sensación íntima fruto de una experiencia vivida. Por otro lado, otra especialista ha tratado de rebatir estos informes y ha indicado que no hubo un relato libre por parte de la menor. La fiscal ha mantenido su petición de pena de cinco años de cárcel para el sospechoso, mientras que la letrada de la defensa ha reclamado la libre absolución. La vista oral proseguirá mañana.