Un pederasta alemán negó ayer en la primera sesión del juicio en la Audiencia de Palma haber violado en varias ocasiones a un menor en su domicilio en la ciudad a lo largo de 2015. El procesado, de 42 años, que trabajaba en una ONG, un comedor social de la ciudad, donde estaba en continuo contacto con menores, supuestamente se aprovechó de su labor en esta entidad solidaria para cuidar a un adolescente de 14 años, al que había acogido en su casa e intentaba ejercer sobre él una relación como si fuera su padre. La madre del muchacho atravesaba por problemas económicos, por lo que por este motivo el niño acudía asiduamente a la vivienda del sospechoso. El perjudicado dormía en la misma cama que el hombre y presuntamente fue agredido sexualmente varias veces.

El acusado negó ayer todos los cargos ante el tribunal de la sección primera. El germano, que cuenta con una condena anterior de nueve años de cárcel por abusos sexuales, utilización de menores con fines pornográficos, exhibición y difusión de material pornográfico y tráfico de drogas en 2003, destacó ante la sala que “jamás” tuvo contacto sexual con el menor ni vio pornografía con él. También rechazó haberle amenazado para poder tener sexo con él. Según su versión, el menor consultaba páginas pornográficas por Internet por su cuenta tanto a través del teléfono móvil como con los dos ordenadores que había en casa y en una ocasión el adolescente practicó tocamientos íntimos con un compañero de clase. El hombre recordó que, además de consumir mucha pornografía, el adolescente también solía masturbarse, extremo que negó luego su progenitora. El acusado negó haberle hecho fotografías desnudo, así como haberse descargado material pedófilo por Internet. “Tuve una vez ese problema. No voy a caer dos veces en el mismo error. Yo le expliqué al niño que tenía antecedentes por tener pornografía infantil. Fue en 2012 o 2013”, aseguró.

El sospechoso apuntó que conoció a la madre del niño en la ONG en la que trabajaba y que le ofreció cuidar de sus dos hijos porque ella tenía problemas económicos. Al final, se encargó del mayor, que en aquellas fechas tenía entre 13 y 14 años, al que llevaba al colegio, alimentaba, lavaba su ropa y le ayudaba con sus deberes. El procesado indicó que la denuncia se debía a que él había fallado al niño al no poder cumplir con su palabra, ya que le prometió llevarle una temporada a Alemania, o bien a una maniobra de la jefa del comedor social para hacerle daño y desacreditarle. Según manifestó, le echaron de la ONG porque sospechaban que tenía una relación con el niño.

El ministerio público reclama para él una condena de 19 años de prisión por un delito continuado de agresión sexual, otro de exhibición de material pornográfico a menores y otro de tenencia de material pedófilo. El fiscal también pide 20 años de alejamiento al acusado, cinco años de inhabilitación para trabajar con niños, ocho años de libertad vigilada y 12.000 euros de indemnización.

El menor ayer confirmó a través de videoconferencia las prácticas sexuales a las que se vio sometido por parte del sospechoso y que ambos veían pornografía.

La madre de otro niño que también acudía a la misma ONG relató que una noche su hijo estuvo en casa del alemán y, al regresar, el menor le dijo que le había puesto un termómetro en el culo.

Por su parte, una psicóloga recalcó que el adolescente presentaba indicadores de haber sufrido abusos: estaba hipersexualizado, consumía mucha pornografía, se masturbaba de forma compulsiva... “Él explicó que visionaba vídeos gays” con el acusado, recordó la experta. “Es un niño aislado, estigmatizado, con mucho sentimiento de vergüenza, miedo y culpa. Tenía miedo a las represalias”, añadió. Según su versión, el menor padece muchas secuelas y tenía terror al sospechoso, pero también le daba pena.