El acusado de matar a su mujer en Son Cotoner en noviembre pasado confesó ayer el crimen por primera vez. Josep Maria C.G., en prisión preventiva por asesinato con alevosía y ensañamiento, declaró durante casi dos horas ante el magistrado que instruye el caso y admitió su implicación en la muerte de Celia Navarro Miguel, aunque negó haberla planeado, según explicaron fuentes conocedoras de su versión. La investigación policial concluyó que propinó una brutal paliza a la víctima, dándole puñetazos y golpes con varios objetos, antes de estrangularla.

Josep Maria C.G. no había ofrecido hasta ahora ninguna explicación sobre lo ocurrido. El hombre se acogió a su derecho a no declarar tante ante los agentes del grupo de Homicidios que lo detuvieron como ante el magistrado de guardia que ordenó su ingreso en prisión. Ayer por la mañana, fue excarcelado y trasladado por la Policía a Vía Alemania. Durante algo menos de dos horas ofreció su versión de lo ocurrido ante el titular del juzgado de violencia sobre la mujer número 1 de Palma, su abogado, Juan Carlos Rebassa, el letrado de la acusación particular, Octavio Couto, y la fiscal Amparo González. El hombre reconoció ser el autor del crimen y ofreció detalles sobre cómo se desarrolló la agresión mortal, pero rechazó que hubiera planificado el crimen con antelación. Tras su declaración, el acusado fue trasladado de nuevo al centro penitenciario.

Josep Maria C.G., licenciado en psicología y profesor de música en un instituto de Palma, estaba de baja por depresión desde finales de septiembre. Su relación con Celia Navarro Miguel, con la que se había casado en julio, no estaba en su mejor momento. Habían llegado a vivir separados durante algunas semanas, aunque poco antes del crimen reanudaron la convivencia. El hombre había transmitido a su entorno que desconfiaba de ella y la acusaba de aprovecharse de él y de su mal estado psicológico.

El 15 de noviembre, la pareja se encontraba en su domicilio de la calle Margarita Xirgu, en la barriada palmesana de Son Cotoner. Según la reconstrucción de los hechos realizada por la Policía, el hombre propinó a la víctima numeros golpes con objetos, entre ellos una tetera, y puñetazos. Según las pesquisas, las agresiones no se produjeron en un momento concreto, sino que se sucedieron en varias estancias de la vivienda. El primer ataque tuvo lugar en la cocina, luego en el recibidor y el sospechoso arrastró después el cuerpo hasta el baño. Pero no fueron los golpes lo que acabó con la vida de Celia Navarro. La autopsia determinó que ninguno de ellos era mortal y reveló que la mujer falleció estrangulada tras la brutal paliza.

Tras el crimen, el hombre pasó casi un día junto al cadáver. Unas 20 horas después, la Policía acudió a la vivienda alertada por un familiar de la víctima al que nadie abría la puerta. Los agentes hallaron en el domicilio el cuerpo sin vida de la mujer y al sospechoso con cortes en los brazos y aparentemente moribundo por la ingesta de pastillas. Ante el supuesto intento de suicidio, el acusado fue trasladado a un hospital. Los médicos descartaron que sufriera lesiones graves y horas después fue conducido a comisaría.

El procesado guardó silencio ante los investigadores, pero autorizó el registro de un domicilio suyo en la barriada de sa Calatrava. La Policía encontró allí una carta escrita por él, fechada un día antes del crimen, en el que relataba sus problemas personales y decía que estaba psicológicamente hundido. En el documento, arremetía contra la mujer, de la que decía desconfiar porque quería aprovecharse de él. Además, los investigadores se llevaron del piso varios ordenadores, lápices USB y grabadoras que fueron analizados en busca de pistas o pruebas sobre la muerte de Celia Navarro Miguel.