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Entrevista

Jordi Obrador: "Para lo que me podría haber pasado, no tengo nada"

Jordi se acercó ayer al lugar del derrumbe tras ir a la Mutua - "¡Estoy vivo de milagro!", resalta

Jordi Obrador, ayer, ante el bar Can Vinagre de la calle Oms donde ocurrió el derrumbe. guillem bosch

"¡Has vuelto a nacer!", "¡el ángel de la guarda ha hecho horas extra!"...

Pese a que se tiene que desplazar con muletas debido a que el impacto de las piedras le ha producido la fractura de dos dedos del pie derecho, Jordi era ayer plenamente consciente de que había tenido una suerte inmensa. "Estoy vivo de milagro. Para lo que me podría haber pasado, no tengo nada", subrayó.

Después de acudir a la consulta de la Mutua, Jordi se pasó ayer por la escena del derrumbe en la calle Oms. Nada más verle, el dueño y los otros camareros le abrazaron para insuflarle ánimos. El bar permanece cerrado indefinidamente hasta que se asegure que no hay ningún otro riesgo de desprendimiento.

El incidente ocurrió entre las once y cuarto y las once y media de la mañana del martes en el celebérrimo bar de la calle Oms. "Me encontré en la calle con un compañero de colegio y le saludé. Noté que me estaban cayendo piedras pequeñas y vi a clientes de la terraza que se habían levantado", indicó. En ese momento, Jordi se puso en alerta y tuvo el tiempo justo para reaccionar.

En shock

"Cuando estaba entrando en el bar, oí un ruido fuerte, como si se rompiera la piedra. Miré hacia arriba y vi escombros del tercer balcón que habían caído en el segundo. Salté para echarme a un lado", recordó ayer junto al bar.

El joven camarero era ayer plenamente consciente de que el hecho de encontrarse en buena forma física -juega al hockey en la Liga Oro con el España Hockey Club, que va quinto en la clasificación- le resultó providencial para conseguir ponerse a salvo de un salto. "Si pilla a una persona mayor, no lo cuenta", recalcó convencido.

El impacto de la piedra en el pie le dejó tendido en el suelo. Aunque el tremendo susto por lo ocurrido le dejó bloqueado. "Me quedé en blanco. Estaba en shock. Cuando estaba en la ambulancia empecé asimilar lo que había ocurrido", señaló. Previamente, Miqui, el empleado de la tienda de al lado, le había arrastrado hasta su local para evitar que le cayeran más escombros encima.

"Cuando vi las piedras más grandes pensé que había habido mucha suerte. No solo la tuve yo. A cualquier persona que le hubieran dado habría muerto", precisó. "Si esto ocurre en Sant Sebastià o en Jueves Santo habría sido una tragedia doble. La calle está abarrotada y, además de los muertos por las piedras, se habría producido una avalancha", vaticinó.

Por su parte, el Ayuntamiento de Palma emitió ayer un comunicado en el que anunciaba que se había prohibido el uso de los balcones del edificio y que estos se debían apuntalar y proteger con elementos de seguridad. También se ordenó el cierre temporal de los locales de abajo.

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