Una mujer acusada de arrollar mortalmente con su coche a un ciclista en la carretera de Manacor cuando circulaba ebria aseguró ayer durante el juicio que apenas había bebido alcohol y "estaba en condiciones de conducir". "Me tomé un dedito de ron con mucha cola y ni siquiera me lo acabé", afirmó la acusada, cuya abogada cuestionó la prueba de alcoholemia en la que casi duplicó el máximo permitido y achacó el siniestro a una negligencia de la víctima. La fiscalía reclama para ella tres años de prisión por homicidio imprudente y la acusación particular solicita cuatro años de reclusión. La defensa pide la absolución.
El atropello se produjo hacia las seis de la mañana del 10 de mayo de 2015 en el kilómetro 3,5 de la carretera MA-15, cerca de Son Llàtzer. El Renault Clio que la acusada, de 35 años, conducía en sentido a Manacor se llevó por delante al ciclista Enrique C.D., de 44 años y que falleció en el acto. La mujer explicó que aquella noche estuvo de fiesta con unas amigas. "Había tomado un dedito de ron con mucha cola y ni siquiera me lo acabé. Estaba bien, en condiciones de conducir", sostuvo. "Iba a 80 kilómetros por hora. Noté un impacto fuerte en el cristal, pero ni siquiera sabía lo que era. No vi que fuera una persona", señaló.
La conductora explicó que se paró a unos 200 metros del lugar del impacto y poco después llegaron dos taxistas y luego ambulancias y policías. Según dijo, estuvo unos minutos en el lugar, se identificó como la implicada en el siniestro "a unos policías", que no le hicieron caso porque estaban centrados en atender a la víctima. "Volví al coche para dar la vuelta y acercarme al lugar del accidente, pero cuando llegué me dio la sensación de que ya no estaban", afirmó la mujer, que acudió entonces a la Jefatura de Policía de Palma y contó lo sucedido. La mujer negó así que su intención fuera huir.
La Guardia Civil acudió a la Jefatura para hacerle la prueba de alcoholemia, cuyo resultado fue de 0,54 miligramos por litro de aire espirado, cuando el máximo permitido es 0,25. "Me dijeron que había dado positivo, pero no el resultado. Tampoco me indicaron que podía solicitar una analítica de sangre", señaló la acusada.
Los agentes de la Guardia Civil que investigaron el siniestro explicaron durante el juicio que el ciclista circulaba por el carril derecho de la calzada pese a estar obligado a ir por el arcén y llevaba un chaleco reflectante pero no casco. Los agentes no encontraron ninguna señal de frenada del coche y afirmaron que la acusada no realizó ninguna maniobra evasiva para evitar arrollar al ciclista. Según concluyeron, no lo vio hasta impactar con él debido a la ingesta de alcohol previa. "Si no hubiera estado bajo la influencia del alcohol podría haber reaccionado y evitado el accidente", sentenció uno de los agentes.
La fiscal reclamó para la acusada una pena de tres años de prisión y cuatro de retirada del carné de conducir como autora de un delito de imprudencia grave con resultado de muerte. El letrado de la acusación particular, Eduardo Morey, elevó su petición a cuatro años de cárcel y retiró la acusación por otro delito de omisión del deber de socorro por el que solicitaba otros dos años de reclusión. Ambos argumentaron que no hay dudas de que la acusada circulaba con sus facultades mermadas por el consumo de alcohol, lo que resultó determinante para que se produjera el siniestro.
La abogada defensora reclamó la absolución de la acusada, cuestionando la validez de la prueba de alcoholemia y destacando las infracciones cometidas por el ciclista, como no llevar casco, circular por el carril derecho en lugar del arcén y no tener luces en la bicicleta. El caso quedó visto para sentencia.
