Un acusado de maltratar en varias ocasiones y de violar a su pareja en el domicilio conyugal en Inca a mediados de 2015 ha negado hoy los hechos en la Audiencia de Palma frustrando una conformidad que las partes habían pactado previamente y que consistía en una condena de cinco años de prisión y otros 15 de alejamiento.

El sospechoso, español de 40 años que se encuentra encarcelado de forma preventiva por esta causa, se ha mostrado dubitativo cuando el fiscal le ha preguntado sobre la autoría de los hechos. "Yo nunca le he pegado, siempre era ella la que empezaba", ha manifestado el procesado ante el tribunal de la sección segunda. El ministerio público solicitaba inicialmente para él penas que suman 16 años y medio de prisión por cuatro delitos de malos tratos, lesiones, amenazas y agresión sexual. La letrada de la acusación particular reclamaba una condena de 20 años de cárcel. Las partes habían negociado un acuerdo de cinco años de prisión al retirar los cargos por violación.

Cuando se tenía que formalizar la conformidad ante la sala, el acusado se ha desdicho en dos ocasiones y ha negado haber agredido a la víctima. "Yo le respondía cuando ella me pegaba, pero no muy fuerte. Le di un golpe en el pecho y poco más", se ha excusado durante la vista oral. Al final, el hombre ha admitido los primeros episodios de maltrato, pero ha negado haberla amenazado e insultado. Ante la falta de claridad en el reconocimiento de los hechos, el tribunal ha decidido suspender el juicio y ha señalado una nueva fecha para los próximos 23 y 24 de febrero. Así, se ha frustrado el pacto de cinco años de prisión.

Los hechos se remontan a la primera quincena de mayo de 2015 en el domicilio de la pareja en Inca, donde el procesado supuestamente pegó manotazos en la cara a su entonces compañera sentimental, a la que agarró de la muñeca y se la retorció tras una discusión. Días después, la golpeó de nuevo y la zarandeó para finalmente agredirla sexualmente, según la fiscalía. La víctima se resistió, por lo que el sospechoso presuntamente le ató las manos con un cable de electricidad. Tres días más tarde, la volvió a maltratar y humillar. El último episodio ocurrió el 15 de mayo cuando la pareja discutió por la preparación de la cena y él le propinó un puñetazo en la boca, le retorció los dedos de la mano, le golpeó en la cabeza y le apretó el cuello con ambas manos amenazándola de muerte, según la versión del ministerio público.

La perjudicada sufrió lesiones como consecuencia de estos actos y presenta indicadores de trastorno emocional depresivo y ansioso, con sentimientos de indefensión, temor y culpabilidad, los cuales junto con el control que sufría por parte del procesado y la falta de apoyo social percibido por ella, provocaban en parte una actitud protectora hacia su pareja, según se desprende del escrito de acusación.