Emerson M.H. volverá a ser juzgado por degollar a un joven con una botella rota en Gomila a finales del año pasado. La sala de lo civil y penal del Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJB) ha anulado el veredicto del tribunal popular, que concluyó que el acusado no tenía intención de matar a la víctima cuando le clavó el cristal en el cuello. En consecuencia, el hombre fue declarado autor de un delito de homicidio imprudente con las atenuantes de confesión, reparación del daño y legítima defensa putativa y condenado a dos años y cinco meses de prisión. El TSJB considera ahora que la decisión del jurado no está fundamentada y carece de "razonabilidad y lógica", por lo que declara nulo el veredicto y ordena la celebración de otro juicio.

La sentencia da la razón al letrado de la acusación particular, Fernando Mateas, que había solicitado la repetición del juicio. El fallo destaca que existe un "vacío casi absoluto" en los argumentos del jurado para negar la intención de matar, basándose solo en la "creencia" de que se dieron una serie de circunstancias que impidieron al acusado reaccionar de forma racional. El TSJB entiende que la declaración del procesado, en la que rechazó que su objetivo fuera acabar con la vida de su rival, no puede ser utilizada como prueba fundamental de descargo.

Además, sostiene que la grabación de la agresión mortal tampoco permite descartar la intención de matar. Los magistrados resaltan que las imágenes muestran cómo el sospechoso rompe una botella en el suelo y se dirige hacia la víctima, de forma acelerada y apartando a otras personas, golpeándola e hiriéndola en el cuello. También destacan el dictamen de los forenses, que valoraron la herida como "muy profunda" y apuntaron que el fragmento de cristal era cortante y punzante a la vez y que la agresión fue de frente.

El TSJB se basa incluso en elementos de la sentencia anulada, que califica de "ambigüedades", para apuntalar su decisión. Entre ellos, que la reacción violenta del acusado no fue debida a un miedo o temor insuperable ni existía una agresión inminente contra él, o que en lugar de haber subido hacia dónde se encontraba la víctima podría haberse marchado en dirección opuesta para evitar el enfrentamiento.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 25 de diciembre de 2015, en unas escaleras junto a la calle Joan Miró, cuando el acusado y la víctima, Michael Andrés Torres, de 26 años, se enzarzaron en una pelea. Durante el enfrentamiento, el sospechoso clavó una botella rota a su rival en el cuello, causándole graves lesiones por las que murió horas después en Son Espases. Antes del juicio, la fiscalía reclamaba 12 años de cárcel por homicidio, mientras la acusación particular pedía 20 años por asesinato.