Una zona boscosa en un paraje recóndito de la localidad mallorquina de Porreres constituía en un escondite aparentemente perfecto para albergar una plantación de marihuana de grandes dimensiones. El ardid no surtió efecto. La Guardia Civil detuvo al dueño del cultivo por un presunto delito contra la salud pública. También le intervinieron 258 plantas, que alcanzaron en la báscula un peso bruto de 17 kilos.

El traficante, de 30 años de edad, se había buscado un entorno en apariencia completamente idóneo para cultivar marihuana a gran escala y pasar completamente desapercibido.

La espesura de la maleza de la zona boscosa de Porreres donde estaba enclavada hacía que la plantación de marihuana fuera extremadamente difícil de detectar. Gracias a este camuflaje, el dueño podía actuar a su antojo y procurar todos los medios para facilitar el rápido crecimiento de las plantas.

El ahora detenido había instalado la plantación de cannabis sativa en una zona situada en las proximidades de su domicilio. Su lugar de residencia era una casa aislada de campo, ubicada en las afueras de dicha localidad mallorquina, donde era harto difícil que algún curioso se pudiera acercar a husmear por la zona y descubrir su secreto.

El camuflaje que había logrado el presunto narcotraficante le había permitido cultivar en la zona 258 plantas. Las condiciones meteorológicas en este paraje para el crecimiento de la marihuana eran óptimas, que completaba con un sistema de goteo oculto.

Pese a los denodados esfuerzos para mantenerse a resguardo, los investigadores de la Guardia Civil descubrieron en Porreres la plantación de cannabis sativa. Las 258 plantas halladas tenían un peso de 17 kilos, incluidas hojas y cogollos. Tras realizar un registro en la vivienda hallaron un secadero con 4,6 kilos de cogollos listos para su venta. Asimimo, los agentes intervinieron balanzas de precisión y una trituradora portátil.