Operarios de Emaya se llevaron ayer un susto importante al recoger la basura en un contenedor. Una pitón molurus de unos tres metros de longitud se encontraba dentro de una bolsa. El personal de limpieza lo entregó a expertos del Palma Aquárium, pero la serpiente ya estaba muerta entonces. Finalmente los técnicos del Consorci de recuperació de la Fauna de ses Illes Balears (Cofib), dependiente de la conselleria de Medio Ambiente, se hicieron cargo del ofidio.

El insólito hallazgo se produjo sobre las ocho de la mañana en la calle Manuel de los Herreros de Can Pastilla. Operarios de Emaya se encargaban entonces de recoger la basura cuando hallaron la pitón en una bolsa. "En principio les pareció que podría estar dormida, pero luego se movió", apuntaron desde la entidad municipal.

El personal de limpieza aprovechó la proximidad con el Palma Aquárium para llevar allí el animal. Cuando un técnico la examinó, la serpiente ya había muerto. De hecho, no descartaban que pudiera haber muerto antes de ser arrojada a un contenedor.

Un experto del Cofib también se hizo cargo del ofidio. A continuación, la pitón fue trasladada a las instalaciones de Santa Eugènia, en Naturaparc para ser examinada con más detenimiento.

"No es una mascota"

"Es una especie protegida y no es una mascota, es un animal silvestre en cautividad. No lo puede tener cualquier persona. Cuando se hace adulto es potencialmente peligroso", subrayó ayer Lluís Parpal, director del Cofib. La pitón molurus, como el ejemplar encontrado ayer en un contenedor de Can Pastilla, puede llegar a alcanzar los siete metros de longitud y un peso de 70 kilos.

Los expertos del Cofib no encontraron ningún chip en el ofidio, por tanto la dificultad para encontrar al dueño para exigirle supuestas responsabilidades era mucho mayor. La pitón no se encontraba en buenas condiciones. Su peso rondaba los ocho kilos y tenía mucha piel, podría tener una enfermedad grave.

Apenas dos días antes, los operarios de Emaya se habían encontrado otro animal en un contenedor de Palma. En esta ocasión se trataba de un pequeño perro que estaba en un depósito de papel subterráneo en Palma.

Los ladridos del perro en el interior del camión hicieron que el can fuera descubierto entre la montaña de papel y cartón. Por fortuna estaba en perfecto estado y fue rescatado con alborozo.