"En ningún momento me dijeron que había algún problema con la farola. Nunca había tenido ningún problema con ninguna farola". El exalcalde del PP de Bunyola, Jaume Isern, fue tajante ayer en el primer día del juicio por la muerte del joven de 18 años David Grimaldos González, que falleció electrocutado al apoyarse en una farola del pueblo en el Passeig Antoni Estarellas durante la fiesta de los quintos la madrugada del 31 de agosto de 2014. "Ningún vecino se me quejó, yo no tuve conocimiento de nada", insistió Isern al ser interrogado por el estado de las luminarias.

El exprimer edil, de 47 años, y el antiguo electricista municipal, A.B.A., de 65, se enfrentan a sendas peticiones de pena de la fiscalía de un año y medio de cárcel por un delito de imprudencia grave con resultado de muerte por presuntamente no adoptar las mínimas normas de cuidado para el mantenimiento del alumbrado público en el municipio. La acusación particular, en representación de la familia del fallecido, reclama tres años de prisión para el exalcalde y cuatro para el funcionario municipal, ahora jubilado, por un homicidio imprudente grave.

El electricista municipal retirado coincidió en que nadie le comunicó que esa farola diera descargas. "Estas farolas nunca nos habían dado ningún tipo de problema. Además, no se revisan. Yo no iba farola por farola. Actuábamos en función de las averías que había. Para mí, estaba bien conservada la luminaria", destacó el imputado. El antiguo funcionario recordó que había unas 300 farolas en el pueblo, aunque luego dijo que eran 600 y que él se encargaba de su mantenimiento y también del de los siete u ocho edificios públicos del municipio. A.B.A. manifestó ante la magistrada del juzgado de lo penal 4 de Palma que el alumbrado público tenía 40 o 45 años de antigüedad. "Está de antes de que yo empezara a trabajar", apuntó. Pese a que en un primer momento indicó que las farolas no daban problemas, luego reconoció que en algún caso le habían avisado para alguna reparación, pero por la luminaria de la electrocución "nunca" le alertaron.

El exedil explicó que el electricista municipal a veces trataba con él y otras, con el regidor de infraestructuras. Cuando el funcionario estaba de vacaciones se contrataba a una empresa externa y, según su versión, en septiembre de 2014, tras el siniestro mortal, se encargó a una empresa el mantenimiento del alumbrado público. "En el pueblo hay al menos unas 300 farolas", precisó. Isern, que se negó a contestar a las preguntas de la acusación particular, mantuvo que cuando el Ayuntamiento recibió un presupuesto para mejorar el alumbrado en la zona de la farola el 5 de marzo de 2007, él aún no era alcalde. Ni siquiera estaba en el Consistorio, aclaró.

El electricista municipal detalló que cada vez que había un cambio de alcalde, "hacía una lista" con las cosas más importantes que se tenían que cambiar. "Aquello se iba deteriorando, tenía más de 40 años. Pero en el presupuesto no iba incluida la farola, sino el cuadro general que alimentaba la farola", puntualizó. Además, negó haber tratado esta cuestión directamente con Isern: "Yo esto no lo hablé con él".

El antiguo funcionario, que tampoco respondió a la acusación particular, aseguró que no había convalidado su título de formación profesional, como estipulaba un decreto de 2002, y declaró que cualquiera pudo haber manipulado la farola de día cuando no funcionaba.

Pequeñas descargas

Los guardias civiles que comparecieron en el juicio coincidieron en que varios testigos señalaron que esa farola que había causado la muerte al joven ya había dado calambrazos con anterioridad. De hecho, un agente sufrió una pequeña descarga eléctrica al tocar la luminaria de forma involuntaria poco después del siniestro. Y, horas antes, el encargado de un bar dijo que un cliente se había quejado de un calambrazo.

Varios vecinos confirmaron que notaron pequeñas electrocuciones al tocar la farola del Passeig Antoni Estarellas o bien al rozar con una barrera metálica que colocaban allí los residentes para impedir que los jóvenes de verbena accedieran a un camino particular. Al ser pequeños calambrazos, no lo denunciaron al Ayuntamiento.

Solo un muchacho de 18 años y su amigo manifestaron que en una conversación informal le comentaron a un policía local de Bunyola que el verano anterior, en 2013, también en las fiestas de los quintos uno de ellos se quemó las palmas de la mano al tocar la farola y la barrera, con cada mano, al mismo tiempo. "Noté una fuerte descarga, pero pude despegarme", señaló. Al no haber sufrido lesiones graves, siguió de fiesta y no le dio importancia. Por su parte, el agente de la localidad indicó que habló con el padre del joven quien no le dio importancia. "En el pueblo había comentarios sobre esa farola, pero en el Ayuntamiento no constaban las quejas. Si hubiera tenido conocimiento de las quejas, hubiera dado parte", recalcó el policía local.

La Guardia Civil mantuvo que sospechaban que alguien manipuló el cuadro eléctrico entre una inspección y otra ya que habían movido un palo que se hallaba dentro. Mientras, la forense determinó que David Grimaldos murió por electrocución por un fallo cardiaco. "Hubo una entrada de corriente que atravesó el cuerpo. Observamos un punto de entrada en el pectoral y un punto de salida en el pie", dijo la médico.

Un testigo recordó que vio al chico con las dos manos en la barrera intentando saltar, con medio cuerpo inclinado sobre la valla, y cuando apoyó el pie en la farola pegó un grito y se quedó enganchado. Dos jóvenes tiraron de él.

Un defecto en la farola

Un perito, responsable de explotación de media y baja tensión en Mallorca sur y Menorca de Endesa, concluyó que la farola no tenía un mantenimiento adecuado y el cuadro eléctrico, tampoco. "La farola no tenía ningún sistema de desconexión. La tensión exterior se debía al mal estado interior de la luminaria", destacó el perito.

El especialista fue muy contundente al recalcar que la farola tenía un defecto de aislamiento en el interior debido a un contacto entre un conductor activo y la carcasa exterior de la luminaria. Este defecto necesita unas protecciones que estaban inhabilitadas o puenteadas. Según su tesis, tocando solo la farola había descargas y los otros elementos de alrededor no tienen por qué pegar calambrazos. "Pasó lo que tenía que pasar. El accidente se podía haber producido en cualquier momento", indicó. En cambio, otros dos peritos dudaron que la farola hubiera electrocutado sola y apuntaron a una rejilla o señal.