"Ojalá hubiera sido yo el muerto. ¡Claro que me arrepiento! No sabe lo que es vivir de esta manera, pensar en el daño que has causado a su familia, a sus padres. Yo no había matado ni a una mosca en mi vida. No recuerdo haberle golpeado con una botella ni haberle acuchillado. No me ensañé con nadie. Me defendí de que me estaba atacando y me estaba robando en mi propia casa. Nos enzarzamos en una pelea. Yo soy incapaz de coger un cuchillo. Lo que sí sé es que él lo esgrimía. Se lo cogí, no sé cómo. Deduzco que fue así cómo pasó". Marcos F.P., de 54 años, acusado de asesinar de diez puñaladas al joven Rafel Gaspar Miralles Vich, de 22, en su domicilio en Campos el 2 de mayo de 2014 alegó ayer en el primer día de juicio que actuó en legítima defensa.

"Él se intentó ir con las joyas, intentó clavarme el cuchillo. Creo que se lo arrebaté y en un acto reflejo se lo clavé. Fue una sola vez y mortal. Todo lo demás seguramente lo hice yo, pero ni para hacerle más daño ni para divertirme. Él ya había muerto. Tampoco me acuerdo de perseguirle hasta el rellano", manifestó el sospechoso, vestido con un traje oscuro, con la voz entrecortada y sollozando.

"Soy yo, no había nadie más en casa ese día. He sido yo, pero no me acuerdo de nada", prosiguió el hombre, visiblemente nervioso, ante el jurado popular en la Audiencia de Palma. El sospechoso, que lleva más de dos años en prisión provisional, explicó que la mañana del crimen y la tarde anterior estuvo consumiendo gran cantidad de cocaína, alcohol y también tomaba a diario antidepresivos. "No recuerdo nada porque estaba supercolocado", aseguró con el rostro sudoroso. "Esa tarde consumí 3 o 4 gramos y medio de cocaína", añadió.

Marcos F.P. relató que vivía una situación de chantaje y amenazas constantes por parte de la víctima, que le pedía dinero de forma frecuente. "Me dijo que se cargaría a mi mujer. Me amenazaba con subir a la Red mis fotos desnudo y con hacer algo malo a mi mujer", destacó. Según su versión, en esos momentos ya le había entregado entre 30.000 y 35.000 euros.

"Mi vida fue un calvario desde que le conocí. Fui su objetivo para vaciarme de dinero. Yo me quería morir. No sabía cómo salir de esa situación. No lo denuncié por miedo y por vergüenza", indicó el imputado, un antiguo carnicero que llegó a ser delegado de zona de una gran cadena de supermercados. "Yo ganaba un pastón de sueldo. Tres mil euros. Y mi mujer también trabajaba. En las cuentas no tenía nada, deudas. Yo le di todo lo que había ganado. No se puede ni imaginar todo lo que le pagué. Incluso, pedí un préstamo personal. Todo por miedo", apuntó. El supuesto asesino conoció a Rafel en un bar de Campos un año antes del crimen. Una noche que quedaron para ver un partido de fútbol en el local, el acusado le guardó una maleta con material audiovisual, un ordenador, un dron y cámaras fotográficas valorados en 12.000 euros en su coche. Al regresar, la mochila había desaparecido. "Me dijo que era culpa mía, que el coche era mío y que le tenía que pagar todo el material. Para que se callara, le di 500 euros", recordó el acusado.

A partir de ahí, empezó a pagarle 400 o 200 euros con regularidad. "Me sacaba todo el dinero que él quería", reconoció. El joven le invitaba a cocaína. La tarde antes del crimen, tras tomar un raya, ya no recordó nada más hasta la mañana siguiente. "Me hizo un vídeo sexual, pero yo no recuerdo nada", aseguró. Esa tarde también se desnudó para ser fotografiado por el joven, quien quería llevarse todas sus joyas por valor de 60.000 euros. A la mañana siguiente, discutieron por las joyas y el joven murió acuchillado. El fiscal y la acusación particular piden 25 años por asesinato. Su abogado, la absolución por la legítima defensa.