Caso Abierto - Diario de Mallorca

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"Lucía me dijo que él la esperaba y que la siguió hasta el cuartel de la Guardia Civil"

La mujer para la que trabajaba la víctima confirma que la fallecida quería denunciar a su marido porque le "tenía miedo" - "En el cuartel le dijeron que si no tenía golpes y si no le había pegado que no podían hacer nada", recuerda la testigo

El asesino confeso, Ioan Ciotau, al llegar a los juzgados. guillem bosch

"Lucía estaba hecha polvo, con mala cara y ojeras. Me dijo que se iba a su casa, que tenía que hablar, que ya no podía más. Que quería marcharse de Mallorca porque no podía vivir más así. Yo le decía que hablara primero con un abogado. Buscamos por Internet números de teléfono de maltrato a la mujer, pero a los teléfonos que llamamos no funcionaban y el que sí estaba decía que hasta el lunes no podía ser. Su idea era ir a hablar con su marido, recoger sus cosas y marcharse. Ella le tenía miedo, no quería ir a casa si no estaban sus hijos". Apenas una hora antes de morir apuñalada por su esposo en el balcón de su domicilio en el Port de Pollença, Lucía Patrascu, de 47 años, se sinceró con la mujer a la que cuidaba y mostró su desesperación. El testimonio de la octogenaria, a la que la Guardia Civil tomó declaración al ser una de las últimas personas que habló con la fallecida, es estremecedor. "Ella se marchó de mi casa después de desayunar, debían ser las diez de la mañana", recordó la testigo. Momentos más tarde, era asesinada.

La víctima llevaba tres semanas quedándose a dormir en la casa donde trabajaba. El día del crimen, el pasado domingo, Ioan Ciotau, de 58 años, el asesino confeso encarcelado desde el miércoles, llamó a la moradora. "El marido me llamó a las seis de la mañana y me asustó al ver la llamada. Me dijo que quería hablar conmigo y con ella en mi casa. Cuando preguntó por ella, me acerqué a su cama y vi que Lucía no estaba en casa. Se lo dije a él. Ella estaba estos días muy nerviosa. La llamé por teléfono tres o cuatro veces pero no lo cogía", detalló la testigo. En realidad, la telefoneó hasta en nueve ocasiones entre las seis y veintiséis minutos de la mañana y las nueve. Luego, Lucía le hizo una llamada perdida.

Sobre esa hora, alrededor de las nueve de la mañana, la víctima regresó a casa de la mujer. "Le pregunté que dónde había estado. Me contó que había bajado temprano y que él la estaba esperando en la puerta, debían ser las seis de la mañana o antes. Al verlo, le dijo que iba a ir a la Guardia Civil a denunciarlo", detalló la testigo.

La persiguió

"Lucía me contó que mientras iba al cuartel, él la iba siguiendo. Al salir del cuartel, él ya no estaba fuera, así que ella volvió a mi casa", prosiguió la octogenaria.

La mujer recalcó que la intención de la fallecida al ir a la Guardia Civil era denunciar a Ioan Ciotau, de origen rumano con el que llevaba casada más de 30 años. "Ella me dijo que quería denunciarle porque tenía miedo de su marido", apuntó.

Esta versión encaja íntegramente con lo que declararon los dos guardias civiles que en un primer momento atendieron a la mujer cuando se apeaban del coche patrulla en el cuartel. Uno de ellos indicó que fue abordado por la ciudadana antes de bajar del vehículo y que ella le dijo: "Vengo a denunciar que tengo problemas con mi marido, que me está acosando y me estaba persiguiendo. Tengo miedo y no sé lo que él es capaz de hacer". Además, señaló que creía que la señora le invitó a ir al lugar donde supuestamente la había acosado.

La mujer para la que trabajaba Lucía manifestó que al final la víctima no pudo denunciar. "En el cuartel le dijeron que si no tenía golpes y si no le había pegado que no podían hacer nada. Que como no había señales no podían hacer nada. Por lo visto le tomaron la dirección y el nombre", recordó la testigo.

Una vez en su domicilio, ambas trataron de llamar a un teléfono de ayuda a las víctimas. "Todos eran teléfonos que no existían. Excepto uno que era el lunes cuando atendían. Llamamos a un teléfono de tres cifras pero salía que no existía", se lamentó la mujer.

La testigo recordó que Lucía le explicó que en Rumanía él le había pegado y amenazado e incluso un día le puso un cuchillo. "También hablaba que la trataba mal, que le decía tonta y la trataba con desprecio. Un día, al llegar del trabajo cansada, él le dijo que seguro que volvía de follar. Un día intentó tirarle un cenicero pero no le dio. Este hecho hizo que le tuviera miedo", añadió la mujer.

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