"Nos amenazaba a diario porque decía que hacíamos ruido. Las amenazas eran continuas. Siempre hablaba de pegar ´dos tiros´ y decía ´esto no va a acabar así´. Otra vez hizo pintadas con insultos en la fachada de su domicilio dirigidas a nosotros. Fue condenado por ello. Ha tenido conflictos con seis vecinos, con todos". Uno de los residentes de la calle Joan Carles I de sa Pobla que fue tiroteado la noche del 2 de enero de 2015, junto con dos guardias civiles, presuntamente por parte de su vecino Francisco C.B., acusado de tentativa de homicidio, relató ayer el calvario por el que pasó en la segunda sesión del juicio en la Audiencia de Palma.

Su mujer, que también estuvo a punto de ser alcanzada por uno de los disparos, confirmó los problemas con el sospechoso: "Cuando subíamos por las escaleras, nos insultaba. Al tender la ropa, nos insultaba. No podíamos ni salir al patio. Le molestaban todos los ruidos. Cualquier cosa le molestaba". El morador de otra vivienda de la misma finca recordó que también sufrió insultos. "Le molestaba el ruido, la televisión, los niños, todo", destacó.

El médico de cabecera del imputado, que se enfrenta a una petición de condena de 17 años y medio de cárcel de la fiscalía, manifestó que se trataba de uno de "los mejores pacientes" que había tenido. "Era educado y correcto", apuntó el facultativo, ahora jubilado. Según su versión, el hombre era diabético. "Me parece que lo derivé al psicólogo o al psiquiatra por irritabilidad. Él me dijo que estaba muy nervioso. Me contó algo de ruidos, que le molestaba un camión. Nunca le traté por alcoholismo", aseguró el profesional.

El dueño del bar de sa Pobla en el que el acusado, de 59 años, pasó la mayor parte del día 2 de enero de 2015 detalló que el hombre tomó dos chupitos, vino, dos chocolates con churros, además de comer pinchos y "bastantes tapas".

Dos vecinos ratificaron ante el tribunal de la sección segunda que el imputado apuntó y disparó contra dos guardias civiles y también contra la casa del vecino de encima. "Vi el fogonazo de la escopeta y me caí de espaldas al sofá. Él apuntó para dar", destacó uno de los residentes.

Uno de los vecinos perjudicados declaró que esa noche escucharon un portazo muy fuerte y gritos de auxilio de una mujer. "Creíamos que era un caso de violencia de género. Avisamos al 062. Yo me quedé en casa hasta ver los rotativos policiales. Luego bajé por las escaleras y él sacó una escopeta y me la dejó a un palmo de la cara. Bajé corriendo y salí a la calle. Me crucé con un guardia civil, le empujé y le dije ´lleva un arma, lleva un arma´. Salimos corriendo, los dos nos abrimos, uno para cada lado, y en pocos segundos se oyeron dos disparos. Me fui a una esquina. Llamé a mi mujer porque había dejado la puerta de casa abierta y ella estaba allí con mis hijos. Entonces, ella me dijo ´está disparando aquí, aquí, en casa´. Mi mujer estaba a un metro y medio de la cristalera, que se rompió por un tiro", explicó el joven, que es policía local.

Su esposa confirmó su versión. Ella escuchó un primer disparo y fue a por su perra que había salido al balcón. Luego, regresó al salón. "No me asomé al balcón. Hablé con mi marido porque no sabía si estaba herido. Él me dijo que cerrara todo porque estaba disparando. Entonces, oí otro disparo, me giré y vi la cristalera rota. Mi marido me dijo que me metiera en la habitación con los niños y que no saliera. Pensaba que iba a por mí. Ya que no podía ir ya a por mi marido. Él les decía varias veces ´venid si tenéis cojones´".