"Fue un día muy complicado". El acusado de tirotear a dos guardias civiles, uno de los cuales resultó herido leve, en enero de 2015 en sa Pobla alegó ayer que no vio a nadie en la calle y que se limitó a disparar a la parte trasera del coche patrulla y a pegar a un tiro al aire. "No apunté nunca a ningún agente. Vi el coche y no sé por qué disparé al vehículo. No recuerdo si fueron dos tiros pero puede ser. Yo estaba en el umbral, en el rellano", aseguró el sospechoso, de 59 años, que está preso, durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Palma.

El hombre recordó que el pasado 2 de enero de 2015 quería suicidarse con su escopeta de calibre 12. "Tenía intenciones muy malas porque había pasado un día fatal. Quería irme al monte. Tenía pensado pegarme un tiro. Pero mi mujer me lo impedía. Cogí el arma en un taller anexo pero no tenía cartuchos allí", indicó el imputado, con una poblada barba blanca, quien destacó que ese día había bebido bastante, estaba mal psíquicamente y además atravesaba dificultades económicas y quería marcharse a vivir a otro lugar, ya que tenía problemas de ruidos y no se llevaba bien con sus vecinos. La fiscalía solicita para él una condena de 17 años y medio de prisión por dos tentativas de homicidio, atentado y amenazas al considerar que intentó matar a dos guardias civiles. Mientras, la acusación particular añade otros 20 años más de cárcel por dos tentativas de homicidio más al disparar contra la casa de los vecinos en el piso de encima. Por su parte, la defensa mantiene que el sospechoso no disparó a nadie.

"Fue todo muy rápido. No quería atentar contra nadie con el arma, ni muchísimo menos. Disparé al culo del coche desde el umbral. Luego, no sé dónde cargué el arma. Salí y pegué un tiro al aire. No apunté a ninguna persona. Eso es de locos. Ya es de locos disparar contra un coche", reconoció el hombre, al tiempo que confesaba que se le "cruzaron los cables". Según su versión, no dijo nada a los agentes. "Después, se me encendió una lucecita que me decía que la estaba cagando. Empecé a escuchar tiros cuando estaba dentro en casa. Salí a la calle con las manos en alto y ahí me cayó la del pulpo", agregó el imputado, que reconoció ser cazador, si bien se excusó indicando que hacía 25 o 30 años que no cogía ese arma.

El acusado manifestó que era posible que con el retroceso del arma se desviara la trayectoria del tiro. Además, recalcó que había tenido problemas con sus vecinos y que por ello hizo unas pintadas con insultos. Y también tuvo un conflicto con una distribuidora de patatas de sa Pobla porque hacía mucho ruido. Por eso, un día cogió una barra de hierro y empezó a golpear a los camiones. Su mujer confirmó su versión y destacó que no vio a ningún guardia civil esa noche. "La única culpable soy yo por haberle retenido. Él no quería hacer daño a nadie, solo a sí mismo. No abrió la boca para nada", apuntó la testigo, que ratificó que el hombre disparó dos veces al coche patrulla y también al balcón del vecino.