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Violencia machista

El asesino, a su exmujer: "No te preocupes, que a ti no te voy a matar"

Bernat Ferrà disparó a la víctima en el pecho a bocajarro y, tras un largo forcejeo con su expareja, la remató con otro tiro en el cuello antes de suicidarse - La mujer cortó la relación definitivamente hace dos semanas

Agentes de la Guardia Civil, en la vivienda.

La ruptura de un triángulo amoroso desembocó en el asesinato de Santa Ponça. Bernat Ferrà, el hombre de 65 años que el jueves de madrugada mató a tiros al novio de su exmujer y se suicidó, aceptó en un principio que ella, de 36 años, iniciara hace seis meses una nueva relación con otro hombre de su edad. Le pidió, sin embargo, seguir manteniendo contactos esporádicos. Y así fue hasta hace dos semanas, cuando la mujer viajó a Rusia con su compañero para presentárselo a su familia. A su regreso a Mallorca, ella le dijo que se sentía muy incómoda con la situación y anunció su intención de cortar definitivamente con él. La investigación de la Guardia Civil apunta a que esa ruptura y el hecho de que la mujer se fuera a vivir con su novio llevó a Ferrà a planificar el asesinato de este, Juan José Piña González, y su posterior suicidio.

El autor del crimen, transportista recién jubilado y veterano cazador, decidió matar al hombre que había provocado la ruptura de su matrimonio, fruto del cual tenía una hija de 12 años. Siempre según las pesquisas del instituto armado, Bernat Ferrà salió el jueves de madrugada de su casa, en el número 3 de la Gran Vía Puig de Randa, en Santa Ponça, donde la menor se quedó durmiendo. El hombre cogió una de sus cuatro escopetas de caza y recorrió el kilómetro escaso que le separaba del chalé en el que su exmujer y el novio de esta estaban instalados desde hace unas semanas.

Cuando llegó a su destino, en el numero 5 de la Gran Vía Serra d´Alfàbia, Ferrà actuó con sigilo. Eran algo más de las dos de la madrugada cuando se coló en la finca por la parte trasera. Los investigadores no han encontrado signos de que ninguno de los accesos a la vivienda estuviera forzado. Por eso sospechan que aprovechó las obras de reforma que se están llevando a cabo o que la puerta de la cocina estaba abierta para entrar en el inmueble.

Primer disparo a bocajarro

Ya en el interior, el intruso se descalzó para actuar con el mayor sigilo posible. Dejó los zapatos a los pies de la escalera y subió hasta la planta superior. Allí, en una de las habitaciones, encontró dormidos a su exmujer y el novio de ella. Al parecer, Ferrà lanzó un grito amenazante que despertó a la pareja. Juan José Piña, alarmado, se incorporó y salió de la cama. Apenas pudo dar un paso, ya que el asesino le pegó un tiro a bocajarro. El disparo era mortal de necesidad, según reveló la autopsia, ya que los proyectiles entraron por un costado y llegaron al corazón y un pulmón.

Cuando la víctima cayó al suelo malherida, Ferrà quiso rematarla con otro tiro. Su exmujer se lo impidió y ambos se enzarzaron en un largo forcejeo, durante el cual el hombre le espetó: "No te preocupes, que a ti no te voy a matar". Esta frase ha llevado a la Guardia Civil al convencimiento de que en los planes del hombre nunca entró asesinar a su expareja, sino que su único objetivo era acabar con la vida de Juan Antonio Piña y suicidarse acto seguido.

La pelea entre Ferrà y su excompañera acabó en la planta baja del chalé, donde los investigadores hallaron abundantes restos de sangre y un gran desorden que evidenciaba el enfrentamiento. Durante la riña, la mujer recibió un golpe en la cabeza. Ella lo atribuyó a un palo que no ha aparecido en la vivienda, por lo que la Guardia Civil cree que fue propinado con el cañón de la escopeta. Finalmente, Ferrà logró su objetivo y, mientras la mujer huía despavorida a la calle en busca de ayuda, subió de nuevo al dormitorio en el que yacía la víctima. Pese a que al parecer ya estaba muerta por las gravísimas lesiones que le causó el primer tiro, el asesino volvió a dispararle, esta vez en el cuello. Tras asegurarse de que Juan José Piña no iba a sobrevivir el autor del crimen se dirigió a una habitación contigua y se sentó en un sofá. Apuntó el arma contra sí mismo, apretó el gatillo, al parecer con uno de sus pies aprovechando que iba descalzo, y se voló la cabeza.

Mientras tanto, la mujer alertó a los servicios de emergencias de lo ocurrido. Cuando la Guardia Civil llegó a la vivienda y encontró los cadáveres de los dos hombres, puso en marcha una larga inspección ocular para confirmar la versión ofrecida por la testigo. Todas las pruebas recabadas en el lugar de los hechos y las autopsias han avalado su relato. La mujer presentaba una brecha en la cabeza por el golpe recibido, pero los sanitarios comprobaron que no revestía gravedad. Sin embargo, fue trasladada a un centro sanitario para ser atendida de esta herida y del fortísimo impacto emocional que le causó la violenta escena vivida. Recibió el alta unas horas después.

No constan amenazas

La Guardia Civil ha confirmado que no existe ninguna denuncia por amenazas anteriores de Bernat Ferrà ni a su exmujer ni al novio de esta. Los testigos a los que han tomado declaración los investigadores aseguran que la relación entre el autor del crimen y su antigua pareja era buena. El hombre había aceptado con resignación que ella iniciara otra relación formal con una persona mucho más joven que él, siempre y cuando continuara viéndose con él.

Ferrà habría actuado movido por los celos y el despecho, según los investigadores, que dan el caso por cerrado y sitúan el desencadenante hace unas dos semanas, cuando la mujer le anunció que iba poner fin a su relación y su intención de divorciarse.

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