La fiscal mantuvo ayer su petición de condena de doce años de prisión y el mismo periodo de inhabilitación para trabajar con niños para J.B.F., el joven monitor del colegio Aula Balear de Palma, por repetidos abusos sexuales a dos alumnas, de tres años, cuando estas dormían la siesta bajo su cuidado en una sala del centro educativo en el curso 2010- 2011. El ministerio público únicamente aumentó la solicitud de prohibición de aproximarse y comunicarse con las víctimas, que pasó de cinco a ocho años. En la tercera y última sesión del juicio celebrado en la Audiencia de Palma, la fiscalía fue muy contundente y dura en sus informes contra la escuela Aula Balear, a la que acusó de "no haber hecho absolutamente nada". Según su versión, "el colegio tiene mucha responsabilidad en estos hechos".

La representante del ministerio público cargó contra la escuela y lamentó que el entonces coordinador de educación infantil no estuviera acusado ahora como cooperador o por comisión por omisión, es decir, por no haber evitado la conducta del monitor sospechoso. "Este caso podría llamarse 'crónica de unos abusos anunciados'. Una de las monitoras venía avisando a sus superiores de unos hechos que eran inequívocos. Alertó muchísimas veces en 2011 al coordinador. Y el colegio hacía oídos sordos, no hacía nada. Además, esta empleada sufrió presiones desde la escuela. Hay que dar gracias a su valentía y a su actuación", destacó ayer la fiscal.

La acusación pública recalcó el testimonio de varias monitoras que vieron cosas raras en el comportamiento del imputado. "Vieron movimientos extraños bajo la manta con la que se cubrían las niñas. Otra le sorprendió con una erección y observó que una menor tenía los pantalones bajados", añadió. Ayer por la mañana, una testigo, monitora del patio del colegio, explicó que una vez vio a una niña muy tensa, con la mirada fija, que estaba sentada delante del sospechoso. "Él la abrazaba y le daba besos por el cuello. No me pareció normal, no es propio de un cuidador, sino de una pareja", explicó la joven, después de haber entrado en una contradicción, ya que en un primer momento dijo que le pareció una actitud normal.

La fiscal insistió en la pasividad de la escuela en esas fechas. "El colegio no hizo nada. La madre del acusado era la directora. No se hizo absolutamente nada. Lo único fue poner una vigilancia", apuntó, al tiempo que hizo hincapié en que el joven imputado, de 31 años, es una persona "con muchísimo riesgo para los menores".

Una de las víctimas, de tres años, contó los tocamientos íntimos a su madre a principios de abril de 2011. Luego, otra niña relató exactamente lo mismo a sus progenitores haciendo los mismos movimientos. Ayer se visionó la exploración de ambas menores. "Me tocaba la vulva, la cotorreta. Yo estaba durmiendo en la escuela. Lo hizo dos veces. Me hacía daño con el dedo. Me bajaba las braguitas. Me tocaba también la 'pancha' con los dedos", dijo una de ellas. La psicóloga confirmó que su relato era compatible con una situación de abusos sexuales. En cambio, la segunda víctima rehuyó contestar y se mostraba nerviosa cuando le preguntaban por el monitor. La especialista dijo que llamaba la atención su comunicación no verbal y el hecho de que se mostrara esquiva al tratar el tema. "Se necesita más información para afirmar que fue abusada", indicó la perito.

El abogado defensor, que pide la absolución del joven, impugnó las pruebas periciales y alegó indefensión. Según su tesis, no hay pruebas de cargo contra él, ya que los informes periciales no pueden tenerse en cuenta. También trató de desacreditar a varios testigos. Por su parte, la acusación particular mantuvo que una víctima, que ahora tiene nueve años, sufre un trauma y siente rechazo hacia todos los hombres y niños.