Caso Abierto - Diario de Mallorca

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Semana Negra

Los poderes del líder de la banda de paramilitares

Carrito de beé estacionado en el aparcamiento de bicicletas.

Además de haber sido militar y haber participado en misiones internacionales en Bosnia y Afganistán, el jefe de la banda de paramilitares hizo gala de sus dotes y su inteligencia el último día del juicio. Carlos T.A., el cabecilla de la organización criminal que el jueves aceptó una condena de 146 años de cárcel, 21 de ellos de cumplimiento efectivo, por cometer una decena de violentos asaltos a mano armada en domicilios de la isla entre 2011 y 2013, no pudo contenerse en el turno de la última palabra: "Tengo un coeficiente de 144 sobre 100. Estudio dos carreras al mismo tiempo en la cárcel para pasar el rato". Como ya hizo días antes ante la presidenta del tribunal, se jactó de sus poderes frente al fiscal: "Yo ahora mismo puedo obtener información del fiscal". El representante del ministerio público le cortó en seco: "No lo voy a consentir". Días antes, ya lo intentó ante la magistrada presidenta de la sala, quien le respondió con una media sonrisa: "¡A mí no me sacaría información!". Carlos T.A. hizo caso omiso a las indicaciones del tribunal y siguió con su discurso: "Yo puedo seguir a una persona, saber dónde vive, mirar en su buzón, conocer su nombre, meterme en Facebook y obtener datos personales, mirar en Google Maps y conocer los detalles de la casa..." Al final, la magistrada le interrumpió y con ironía le dijo: "Usted no escucha a nadie. Su informe psicológico al final va a tener razón". Los peritos habían destacado su personalidad egocéntrica y narcisista.

Acusados espartanos

Cuatro de los atracadores juzgados esta semana demostraron su férrea disciplina adquirida en el ejército sin que aflorara ningún síntoma de flaqueza. Con la cabeza rapada, sin pestañear, sentados inmóviles en el banquillo de los acusados, aguantaron como espartanos los cuatro días de la vista oral en la Audiencia Provincial de Palma.

Burda estafa

Un vecino de Palma encontró una buena oferta de un aparato electrónico en una página de Internet y decidió comprarlo. Todo parecía en orden cuando recibió el paquete, cuyo peso y tamaño coincidía con el encargo realizado. Fue al abrirlo cuando descubrió que había sido víctima de una estafa. Allí solo había un ladrillo. El hombre denunció los hechos y la Policía comprobó que el fraude se extendía por media España. Hace unos días, los investigadores detuvieron en Alicante a dos hombres, padre e hijo, como autores de la estafa. Habían enviado a once personas de todo el país ladrillos, paquetes de sal y folios en lugar de los productos ofertados.

Un turista demasiado fiel

A un turista extranjero le ha salido cara su fidelidad a Mallorca. El hombre visitó la isla hace unos meses y fue sorprendido por la Guardia Civil en un control de alcoholemia. Había bebido más de la cuenta y tras someterse a la prueba, que dio positivo, se fugó. Los agentes tenían ya sus datos y un juzgado de Palma lo puso en busca y captura. No volvió a saberse de él hasta la semana pasada. El acusado regresó a la isla y fue identificado por la Policía, que descubrió las cuentas pendientes que tenía con la justicia y le arrestó.

"Soy George Bush"

Un hombre montó en un taxi en el Paseo Marítimo y pidió ir hasta el Club de Mar. En el trayecto, le contó al conductor, entre otras milongas, que era de Dubai. Al llegar al destino, simuló que recibía una llamada y empezó a alejarse del vehículo, mientras el taxista le reclamaba los 12 euros de la carrera. Se marchó sin pagar, pero la Policía Nacional logró interceptarlo poco después. "Soy George Bush. Tengo 35 años", dijo a los agentes. Es búlgaro y tiene 39, además de siete antecedentes por estafas similares. Quedó detenido por caradura y vacilón.

El robo de lentejas

El pasado miércoles por la mañana, una madre estacionó su coche apenas unos minutos en la calle Llucmajor, en El Molinar, para llevar a su hijo a la guardería. Al regresar al vehículo, se topó con una desagradable sorpresa. La ventanilla del turismo estaba rota. Un ladrón desalmado y hambriento se había apoderado de su fiambrera con lentejas y la camisa del uniforme del trabajo.

Un carrito de bebé en el aparcamiento de bicicletas

El pasado jueves podía verse en la confluencia de las calles Joaquim Botia y Santiago Rusiñol, junto a la Mutua Balear, un carrito de bebé estacionado en un aparcamiento para bicicletas. Su propietario lo había atado con un candado para evitar que se lo robaran, dejándolo a la intemperie pese a la lluvia.

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