Un trabajador de un local controlado por la mafia laboral denunció a dos cabecillas de la red por darle una brutal paliza cuando les reclamó su salario. La víctima sufrió varias fracturas y tuvo que ser hospitalizada y sometida a una intervención quirúrgica urgente. Tras la agresión, uno de los acusados le pagó 6.000 euros como compensación y le ofreció más dinero si retiraba la denuncia, según explicó el perjudicado a los investigadores. Los hechos están siendo investigados por un juzgado de Palma en un proceso diferente al de las actividades de la red mafiosa.

La agresión habría ocurrido en el verano de 2013, cuando el denunciante estuvo trabajando durante ocho días en dos restaurantes de los empresarios investigados. De acuerdo con su versión, no llegó a firmar ningún contrato y dejó el puesto al detectar varias irregularidades, como el reciclaje de alimentos y los timos a los clientes con las bebidas. La víctima, de 32 años, acudió el 11 de julio a uno de los locales para reclamar los 285 euros que le adeudaban por los días trabajados.

En el interior del establecimiento se produjo una discusión y dos de los cabecillas de la red -Juan Antonio S.G. y Ángel L.C., ambos en prisión preventiva desde diciembre- le propinaron patadas, puñetazos y golpes con una silla. El perjudicado acudió a Son Llàtzer, donde le diagnosticaron fracturas en la mandíbula, los huesos propios de la nariz y la órbita ocular derecha, tras lo que fue sometido a una intervención quirúrgica urgente en Son Espases.

Los dos acusados fueron arrestados un mes después por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional y el caso está todavía en manos de un juzgado de instrucción. Según el afectado, Ángel L.C. le pagó 6.000 euros como compensación por las lesiones que sufrió y le prometió una cantidad mayor si retiraba la denuncia.

Otro testigo, que estuvo trabajando durante cinco años para la red en diferentes negocios, detalló cómo se llevaba a cabo la doble contabilidad en los establecimientos para defraudar a Hacienda y fingir unos ingresos mucho menores a los reales. Según explicó, tenía la orden de facturar de forma legal los primeros 250 euros diarios y a partir de esa cantidad lo hacía en negro. Los ingresos, que rondaban los 2000 euros al día, y hoja donde se reflejaba la doble contabilidad los llevaba a la oficina de la red, cuya ubicación cambió a lo largo de los años hasta terminar en la trastienda del Diplomatic, situado frente al Parlament, según este testimonio.

Los acusados habrían conseguido así grandes cantidades de dinero negro en efectivo que, según los investigadores, blanqueaban después con la adquisición de inmuebles y vehículos y les permitía llevar un alto nivel de vida. De hecho, durante los registros practicados por la Policía en los establecimientos y los domicilios de los sospechosos se intervinieron cerca de 500.000 euros en metálico. Casi la mitad de ellos aparecieron en uno de los negocios investigados, en cuya caja fuerte había 213.000 euros.

Además del abultado fraude a la Agencia Tributaria cometido con el sistema de doble contabilidad, la trama habría evitado también el pago de grandes cantidades a la Seguridad Social con las cuotas de los trabajadores. Era habitual, según la Policía, que los empleados estuvieran contratados por menos horas de las que en realidad trabajaban. Se han detectado casos de contratos a personas por una hora al día cuando en realidad su jornada era de diez horas y que cobraban 170 euros de forma legal y otros 730 en dinero negro.

Los dos hermanos que lideraban la trama -Juan Antonio y Jerónimo S.G.- levantaron un imperio empresarial y llegaron a controlar decenas de negocios. Según las pesquisas, buscaban a hosteleros en apuros para inyectar dinero en sus negocios y hacerse con una parte de ellos. La doble contabilidad les permitía además simular pérdidas y liquidar algunos negocios que luego terminaban en manos de testaferros, muchos de ellos empleados suyos que tras varios años trabajando para los cabecillas acababan figurando como propietarios de los restaurantes, según la investigación policial.