Un cortocircuito y la inacción de las instituciones han amargado las navidades a Laura Ureta y su hijo de cinco años. El piso en el que vivían como inquilinos en Inca ardió el pasado 22 de diciembre y arrasó todas sus pertenencias. "Se quemó la casa entera. Lo perdimos todo, la ropa, la documentación... Pedí ayuda al Ayuntamiento y a la asistenta social, pero no han hecho nada. Ya no sé a quién acudir", explica la mujer. "Nos quedamos literalmente en la calle. He tenido que gastarme el dinero de la beca escolar del niño para poder alquilar otro piso", afirma Ureta, que denuncia que el consistorio le exige 32,90 euros para entregarle un informe policial sobre el siniestro, con el que su abogado pueda reclamar por los daños sufridos y pedir una compensación por las pérdidas.

El incendio se declaró hacia las cinco y media de la tarde del pasado 22 de diciembre en la planta baja de un edificio de tres alturas, en el número 65 de la calle Verge de l'Esperança, en la que vivían Laura Ureta y su hijo. "Estábamos los dos en casa y el niño fue el que descubrió el incendio", recuerda la mujer. Las llamas comenzaron en el salón de la vivienda, debido según las primeras pesquisas de los bomberos, a un fallo en el sistema eléctrico. "El fuego se extendió a un sofá que empezó a arder enseguida. Todo se llenó de humo en cuestión de segundos", rememora.

Las llamadas a los servicios de emergencias movilizaron de inmediato a varias patrullas de la Policía de Inca y dotaciones de los Bombers de Mallorca. Los agentes, al comprobar la magnitud del incendio, ordenaron el desalojo de todos los vecinos de la finca. El humo se había extendido ya por toda la finca y un niño de 12 años tuvo que ser atendido por el 061 al sufrir una intoxicación. Los bomberos llegados desde los parques de Inca y Alcúdia trabajaron durante una hora y cuarto hasta sofocar por completo el incendio y ventilar el inmueble.

La vivienda de Laura Ureta quedó inhabitable. El salón está totalmente destruido por el fuego y el calor y el resto de las estancias, dañadas por la gran cantidad de humo que se acumuló. "Lo hemos perdido todo. La casa entera está quemada. Nos quedamos sin ropa ni documentación, y sin ningún sitio en el que vivir", explica Ureta.

Pero los problemas iban a ser todavía mayores. "El propietario de la casa me había dicho cuando entramos a vivir que tenía un seguro contratado. Pero no es así y nadie se hace cargo de todo lo que hemos perdido", comenta la mujer, que en las últimas semanas ha intentado en vano que el Ayuntamiento de Inca le echara una mano para salir adelante. "He ido hasta cinco veces a ver al alcalde. Me prometió que nos ayudarían, pero no han hecho nada. También hablé con la asistenta social para explicarle que no teníamos donde ir, y tampoco he tenido respuesta", denuncia.

Su precaria situación económica ha llevado a la mujer a tirar de una beca escolar de su hijo que acaba de recibir para poder instalarse en otra vivienda. "He tenido que utilizar ese dinero para poder pagar el alquiler de otra casa", afirma Ureta, que lleva unos días en su nuevo domicilio.

La única ayuda que ha recibido hasta ahora se la ha prestado la responsable del hotel en el que trabaja, que se ha ofrecido a costearle un abogado para que pueda reclamar por la vía judicial y, de algún modo, recuperar el valor de los bienes perdidos. Sin embargo, se ha topado otra vez con un nuevo obstáculo burocrático. El letrado le explicó que lo primero que necesita es un informe de la Policía Local en el que se hiciera un relato detallado de cómo se produjo el siniestro, sus causas probables y las consecuencias que tuvo. "En el Ayuntamiento me han pedido 32,90 euros para entregarme este documento, sin el que el abogado no puede empezar los trámites. Y yo no puedo pagar esa cantidad", lamenta Ureta.

La mujer deja claro que el origen del incendio fue un cortocircuito o un fallo eléctrico similar en algún enchufe del salón y no el brasero que tenía encendido en una mesa camilla cuando comenzaron las llamas, descartando así que se le pueda achacar una imprudencia.

Mientras aguarda una solución a este cúmulo de problemas, Laura Ureta trata de sobreponerse a las adversidades. "Han sido unas navidades muy complicadas para nosotros. El niño se ha quedado sin el uniforme del colegio y el primer día después de las vacaciones tuvo que ir vestido con ropa de calle. Ya no sé a quién más dirigirme, estoy desesperada", lamenta la afectada.