Un preso del Centro Penitenciario de Palma fue encontrado muerto en su celda durante un recuento rutinario el día de Año Nuevo. El recluso, de 39 años, no presentaba signos externos de violencia. No obstante, aún está pendiente que le sea practicada la autopsia para determinar con exactitud las causas de su fallecimiento.

El interno M.G.L. se encontraba solo en su celda en el momento de su fallecimiento. Ninguno de los otros reclusos de su entorno más cercano tampoco escuchó nada extraño antes de que le sobreviniera la muerte. Se dio, además, la trágica circunstancia de que el mismo día de Año Nuevo tenía señalado un vis a vis en el que debía encontrarse con su madre.

El recluso tampoco apretó el interfono, con el que los reclusos se ponen en contacto desde su celda con la garita de los funcionarios, en caso de que sufran una indisposición.

Tras la muerte del reo, agentes del Grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía y algunos funcionarios examinaron minuciosamente la celda para tratar de esclarecer su muerte. Los investigadores no hallaron en el interior ningún resto de sustancia estupefaciente que pudiera haber consumido. Las primeras hipótesis apuntan a que el óbito se pudo haber producido debido a causas naturales.

No obstante, los operarios de los servicios funerarios trasladaron el cuerpo hasta el Instituto Anatómico Forense donde le será practicada la autopsia.

El recluso fallecido el día de Año Nuevo en el Centro Penitenciario de Palma tenía tras de sí un dilatado historial carcelario. Con apenas 16 años, en 1992, ingresó por primera vez en la prisión palmesana. Desde entonces, continuas entradas y salidas jalonaban su existencia entre rejas hasta su fallecimiento.