Un hombre de mediana edad que está en prisión fue juzgado ayer en Palma por presuntamente asaltar un piso del Coll d'en Rabassa del que huyó a toda prisa al verse sorprendido 'in fraganti' por la moradora, que sufrió un fuerte empujón. El sospechoso negó los hechos y alegó que el pasado 4 de mayo de 2015 estaba en el domicilio de sus padres, donde reside, en el barrio de sa Vileta. El imputado rechazó haber entrado a robar en la vivienda del Coll d'en Rabassa e insistió en que ni siquiera sabía dónde es esa dirección.

Mientras, la víctima recordó que cuando regresaba a casa de realizar una gestiones en la ciudad se encontró la puerta de entrada forzada. Al acceder al inmueble, observó a su perro inmóvil debajo de la mesa, como si le hubieran pegado. Luego, vio la puerta de la habitación abierta. "Empecé a chillar y la puerta se cerró. Desde dentro me dijo 'por favor, no me mires', 'por favor déjame salir'. Entonces, salió de repente con una chaqueta de mi chándal liada a la cabeza para que no le pudiera reconocer y me dio un empujón. Pegué contra la pared, pero salí detrás de él. Al final le cogimos y le quitamos una bolsa con objetos robados. Él nos gritó 'soltadme que llevo una navaja'. Le dejamos ir", manifestó la perjudicada. La mujer detalló que no vio la cara al asaltante, pero sí que escuchó su voz. "Si él hablara, lo reconocería porque su voz me quedó grabada", aseguró. No obstante, el acusado ayer se negó a hablar ante la víctima durante el juicio. La moradora confirmó que por la complexión del imputado sí que se parecía al ladrón.

La fiscal solicitó ayer una pena de cinco años de prisión por un delito de robo con violencia en casa habitada al considerar que existen indicios incriminatorios contra el hombre y que su versión carece de consistencia. Por su parte, el letrado defensor pidió la libre absolución de su representado al argumentar que no hay prueba de cargo suficiente.

La Policía Nacional detuvo al sospechoso al comprobar que hizo uso de un teléfono móvil que fue robado ese día, el pasado 4 de mayo. El imputado declaró ayer que utilizó el aparato en una sola ocasión después de comprarlo por 20 euros, pero al día siguiente lo vendió por 25 en el mercadillo de Son Fuster al no irle bien.