El acusado de matar a un sintecho en julio del año pasado en un asentamiento de personas sin hogar del barrio del Amanecer, ha asegurado hoy en la Audiencia de Palma que no recuerda lo sucedido porque había bebido mucho y le habían golpeado la cabeza y ha negado que tuviera la intención de matar a su colega.

Jan W., un ciudadano polaco de 57 años residente en Sant Jordi, ha declarado hoy ante el jurado que le juzga por el presunto homicidio de un compatriota que la noche que ocurrieron los hechos había bebido dos botellas enteras de vodka y el principio de una tercera a medias con un amigo, así como tres o cuatro cervezas.

Según el relato del acusado, para quien la Fiscalía pide una condena de 15 años de prisión, el 11 de julio de 2014 acudió a visitar a varios colegas al antiguo club de petanca de Palma, un lugar que frecuentaba.

Cuando estaba sentado charlando con uno de ellos, recibió un fuerte golpe en la cabeza y al girarse vio a la víctima con un palo en la mano, ha contado al jurado en la primera jornada del juicio.

Ha detallado que lo único que recuerda de antes de que llegara la policía es haber estirado del brazo a la víctima para que no volviera a pegarle, haberle golpeado la cara y que ambos cayeron al suelo.

El presunto homicida ha insistido en que solo quería quitarle la barra de las manos pero no tenía ninguna intención de hacerle "tanto daño" a quien ha descrito como su "colega".

El fiscal cree que el acusado discutió con la víctima y, con intención de matarlo, le pegó dos puñetazos que le tiraron al suelo después de lo cual le golpeó reiteradamente con una barra metálica, causándole un traumatismo craneofacial que le produjo la muerte casi instantánea.

El abogado defensor, Fernando Mateas, cree que el acusado había bebido alcohol hasta un nivel de "intoxicación plena" que provocó "una merma importantísima de su capacidad de reacción" y que se puso "fuera de si" cuando la víctima le agredió con una barra de hierro, algo que reconoció espontáneamente ante la policía, según recoge su escrito de defensa, en el que pide la absolución por considerar que no existe delito.

El acusado ha recalcado ante el jurado que la víctima era su "colega" y que nunca le hubiera agredido como ha descrito el fiscal Nicolás Pérez Serrano, y ha insistido en que no recuerda "absolutamente nada" de lo que ocurrió desde que cayó al suelo hasta que oyó gritos de "policía, policía" y llegaron varios agentes que lo detuvieron.

El acusado no ha sabido explicar por qué la víctima presentaba hematomas y otras huellas de golpes en la cara y marcas longitudinales de seis golpes en el cuerpo como los que dejaría una barra metálica, instrumento que fue encontrado en el lugar del suceso, con una huella del acusado y con sangre tanto de él como de la víctima.

La policía que instruyó la investigación del caso ha explicado al jurado que la víctima tenía "el rostro desfigurado" por los golpes y que todas las personas a las que interrogaron en el club de petanca dijeron que el agresor había sido el acusado.

Ha detallado que el acusado olía a alcohol pero obedecía a los policías y estaba tranquilo.

Otro de los policías que acudió aquella noche al lugar del suceso que ha declarado como testigo ha dicho que el acusado estaba "consciente y orientado" y fue obediente cuando le pidieron que se quitara la ropa que llevaba salpicada de sangre y le hicieron fotografías.

Otro ha puntualizado que estaba "entero, de pie y consciente" y un tercero ha detallado que, si bien se dieron cuenta de que casi no hablaba español, les repetía: "le he pegado, le he pegado".

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