A las 11.45 horas de ayer reinaba el silencio en la calle de los Trobadors. Los equipos de emergencias ocupaban la calzada y solo se oía algún walkie-talkie de la policía. Sin el ruido habitual de la construcción, las grúas y los martillos neumáticos, había comenzado el luto en la obra del primer hotel de cinco estrellas que querían construir en la Platja de Palma. Hacía menos de una hora que había tenido un accidente laboral que se llevó por delante las vidas de Manuel A. Q., de 31 años, y José G. M., de 56.

La maquinaria de construcción estaba parada y los compañeros seguían en el interior del solar en el que estaban alzando los siete pisos de estructura. Los obreros, consternados, hacían piña en el recinto. Algunos no pudieron aguantar los nervios y salieron a la calle a llorar y lamentar la muerte de los dos trabajadores, que formaban parte de una empresa subcontratada.

"De repente se ha oído un ruido muy grande y les hemos visto en seguida. Estaban atrapados bajo la estructura de hormigón y no podían salir", explicó uno de los compañeros de la obra. Los dos heridos fueron golpeados por los puntales y les evacuaron de inmediato, mientras que los servicios de emergencias llegaban para recuperar los cuerpos sin vida de Manuel y José.

El despliegue de medios fue numeroso. Tres dotaciones de Bombers de Palma, media docena de agentes de la Policía Local, responsables de Emergencias del Govern (entre ellos, el psicólogo que atendió a los familiares), ambulancias del 061, policía judicial, policía científica, la Funeraria, técnicos de Urbanismo de Cort e inspectores de Salud Laboral del Govern... Todos ellos trataron de ayudar a los trabajadores y los allegados desde el primer momento.

Mientras los bomberos buscaban la manera de recuperar los cadáveres, en el exterior de la obra se iban arremolinando trabajadores de una construcción cercana. Muchos de ellos habían trabajado en la obra siniestrada, la del Hotel Llaüt Palace. Comentaban que los fallecidos eran trabajadores experimentados y llevaban muchos años haciendo de encofradores, un detalle que confirmaron los amigos de los difuntos que se acercaron a la parcela.

Los servicios de emergencias llamaron a una gran grúa para levantar la plancha de hormigón que se había derrumbado. Necesitaban solo que la levantara unos centímetros para rescatar uno de los cuerpos, que seguía presionado por la estructura. Las 50 toneladas de hormigón jugaron con el metal. Los puntales que retiraron los bomberos estaban partidos y doblados, y eso que cada uno tiene capacidad para resistir una tonelada y media, según los propios empleados de la obra.

Los compañeros comenzaron a especular sobre las posibles causas del accidente. Todos coincidieron en que, si el viernes todavía habían echado hormigón a la estructura, aún era muy pronto para retirar el encofrado -los tablones de madera que sostienen el hormigón hasta que se ha endurecido-. "Fíjate si el hormigón está fresco que se han salido los tubos que llevaba dentro", señaló un trabajador. La armadura de hierro también quedó a la vista.

Hierros a la vista

Los obreros también explicaron que, si la estructura se había retorcido (acabó doblada como una hoja de papel), fue por la presencia de los tensores. Si no, había caído a plomo. Los tensores, explicaron, son unos cables de acero que aportan más resistencia la estructura del edificio. Sin embargo, los profesionales destacaron que no habían tensado los cables antes de retirar el encofrado.

Hacia la una del mediodía comenzaron a llegar los familiares de las víctimas. Una joven bajó corriendo por la calle de los Trobadors y, al ver el despliegue de emergencias, comenzó a llorar. "¿¡Es Manuel!? No me lo puedo creer", gritó la chica. Era la pareja de Manuel, con quien tenía una hija de 6 años. El psicólogo del 112 llegó al lugar del accidente antes que los familiares y les asistió en todo momento con ayuda del los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, que se encargarán de la investigación del caso.

Tras desplegar la grúa, la policía científica se dedicó a recopilar pruebas y captar fotografía de todos los elementos que habían cedido en la obra. Los bomberos agujerearon el hormigón para tener un punto donde enganchar la grúa. Mientras tanto, los amigos de Manuel llegaban al solar -se acercaron unos quince- y contemplaron las tareas de rescate desde lo alto de un contenedor de Emaya. Algunos de ellos también habían trabajado en la obra y comentaron entre ellos las posibles causas del accidente.

Poco después de la dos de la tarde, los bomberos consiguieron retirar a uno de los fallecidos y lo taparon de inmediato. El segundo cuerpo sin vida lo recuperaron a las tres menos cuarto. Los dos cadáveres fueron trasladados en un coche de la Empresa Funeraria Municipal.

El jefe de los Bombers de Palma, Manuel Ángel Nieto, explicó que las dos víctimas quedaron "atrapadas por los pelos" y que en ambos casos la ayuda de la grúa fue imprescindible por la gran fuerza del hormigón.

Entre 12 y 20 toneladas de peso -de las 50 toneladas de la estructura desplomada- encarcelaron a los obreros fallecidos. Mientras tanto, los amigos y familiares seguían en shock. "Era su día. Lo triste es que hayan muerto así, trabajando", dijo un allegado de Manuel.