Coches sumergidos en el aeropuerto. Vehículos anegados en la autopista. Motos arrastradas por la riada que barrió calles con el alcantarillado taponado por exceso de caudal o falta de eficiencia. Automóviles golpeados en medianas encharcadas y furgonetas y autobuses de la EMT devorados por el agua torrencial. La tromba del viernes convirtió el entorno de Palma en un escenario de barro y charcos en el que las grúas no daban abasto. Lo cuentan en las propias empresas del gremio, en las que explican que en apenas unas horas hicieron frente a cientos de llamadas de emergencia de conductores atrapados. "Nosotros tuvimos unas 220 salidas, que atendimos con las treinta grúas que tenemos", relataba ayer uno de los operarios de Grúas de Mallorca, referencia en el sector, que el viernes vivió momentos "muy duros".

Se refieren a las condiciones de trabajo. "No es lo mismo hacer un enganche de un coche cubierto de agua", explica el especialista de Grúas de Mallorca, que habla del mal trago de buscar amarres para los cables bajo el agua. "Fueron horas trabajando con agua hasta la cintura y mientras seguía cayendo lluvia", abunda.

Por la mañana fueron a buscar los vehículos atrapados por la tormenta de granizo, que encharcó el Paseo Marítimo. Por la tarde vino lo peor, una tromba continuada que inundó garajes subterráneos y parkings de grandes superficies. Las grúas llegaron así a Mercapalma, por ejemplo, o a los puentes de Marratxí, otro de los escenarios habituales en caso de lluvia. Cada vez que cae la tormenta se anegan, pero el episodio se repite sin que nadie le dé solución.

Momentos de nervios se vivieron también en el aeropuerto. Las pistas que más pasajeros mueven en verano no están preparadas para tormentas extremas. Tampoco los servicios de apoyo: el párking de abonados quedó cubierto por el agua, recalcan en otra empresa, Grúas Palma, que participó con algunos de sus seis vehículos en el rescate de coches atrapados. En su caso, las salidas ascendieron a una veintena.

Más tranquila fue la jornada en los talleres. A ellos la avalancha de percances les llegará el lunes. Ayer la mayoría de los negocios de reparación permanecían cerrados, y en los que estaban abiertos explicaban que habían notado un repunte de actividad, pero aún leve. Y no todo tendrá que ver con el agua, avisan. Porque habrá muchos motores y mecánicas afectados por la mojadura, pero también el granizo hizo daño. Piedras de hasta cinco centímetros causaron golpes y cristales rotos en vehículos estacionados en la zona de Palma, constatan en los talleres, que a partir de mañana verán como a la subida de las aguas sigue la de la carga de trabajo.