Los servicios sexuales que ofrecían era, en la mayoría de los casos, un mero reclamo para desvalijar los bolsillos del turista. Un grupo de prostitutas nigerianas de la Playa de Palma utilizaba una violencia extrema para saquear a las víctimas que se les resistían. En algunos casos llegaron a utilizar una pistola eléctrica táser para reducir a sus presas. La Policía Nacional detuvo a ocho de estas mujeres nigerianas por robos con violencia. Otras tres fueron arrestadas por infracción de la Ley de Extranjería.

La investigación policial se inició hace varios días. Una prostituta subsahariana que pululaba por algunas de las calles más concurridas de la Playa de Palma -calle del Jamón y calle de la Cerveza- fue identificada por un turista alemán como la persona que le había sustraído una cadena de oro valorada en 4.000 euros

A partir de este instante, agentes de la Unidad Contra Redes de Inmigración y Falsificación (UCRIF) de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional descubrieron que un grupo de prostitutas utilizaba una violencia desmedida contra los turistas para desvalijarles. Acto seguido, pusieron en marcha la denominada 'Operación Crisol'.

La brutalidad empleada por esta banda de meretrices de la Playa de Palma para desvalijar a las víctimas era muy superior a los robos violentos que utilizaban habitualmente otras prostitutas para robar. De hecho, este grupo llegó a utilizar una pistola eléctrica táser para reducir a un hombre con una potente descarga.

A excepción de la diferencia hecha con el grado de violencia, la prostitutas que actúan en las calles de la Playa de Palma mantienen un mismo 'modus operandi'. Tanto unas como otras escogen a sus víctimas entre las que presentan mayores síntomas de embriaguez y siempre que se encuentran solas. El pretexto para abordarles son los servicios sexuales que supuestamente les ofrecen, aunque su objetivo es sustraerles los objetos de valor que portan. Si el turista se da cuenta del robo y se resiste no tienen reparos en golpearle con contundencia para robarle, antes de huir.

Después del sustancioso botín de 4.000 euros, ni la ladrona ni sus compinches volvieron a ser vistas por la zona. La Policía activó entonces un operativo especial en la Playa de Palma y Magaluf para tratar de dar con su paradero.

Como consecuencia de este dispositivo policial en las zonas frecuentadas por prostitutas subsaharianas en Palma y Calvià, los agentes identificaron a 26 mujeres. Un total de ocho fueron arrestadas por multitud de robos con violencia y las otras tres por infracción de la Ley de Extranjería, al estar residiendo en Mallorca de manera irregular.

Los agentes recuperaron varios objetos que presuntamente habían sustraído a los turistas. Entre estos se encontraban un valioso reloj valorado en 7.000 euros. Asimismo, los investigadores también arrestaron a las prostitutas que, presuntamente, habían utilizado la pistola eléctrica para cometer el robo.

Cambios de domicilio

Las meretrices dificultaban mucho su localización con continuos cambios de domicilio, multitud de disfraces y, sobre todo, eligiendo a sus víctimas entre las más ebrias para que luego no las pudieran reconocer.

Tras la detención de estas prostitutas en la Playa de Palma, los agentes de la UCRIF solicitaron su ingreso en un Centro de Internamiento de Extranjeros. La petición se hizo a tenor de que se encontraban residiendo en situación irregular y muchas de ellas se dedicaban habitualmente a cometer robos con violencia.