Massimiliano estaba empadronado en Eivissa, pero su verdadera residencia era su furgoneta. La inequívoca estética 'hippy' del vehículo suponía una auténtica declaración de intenciones. Las sesiones de ayahuasca, una sustancia usada en rituales chamánicos en el Amazonas, era su afición más confesa. Ahora se investiga si estaba bajo los efectos de ella cuando encontró la muerte.

Un halo de misterio rodeaba la vida de Massimiliano P. R., de 42 años. Otro tanto ocurrió con su fallecimiento. Sus hábitos nómadas le habían hecho ser visto en puntos bien distintos de la isla. Su coloreada furgoneta con motivos 'flower power' distaba de pasar inadvertida. El vehículo había sido avistado en las inmediaciones de los juzgados. De hecho, el domicilio con el que se había registrado correspondía a un colegio de la plaza de los Patines.

En el frontal de la furgoneta se podía leer "Peace and Love, No war" (Paz y amor. No a la guerra), acompañado del famosísimo logotipo 'hippy'. En la parte posterior aparecía dibujado un paisaje bucólico compuesto por un valle soleado con mariposas. Todo ello arropado por la frase "donde la vida era melodía".

Expertos del Laboratorio Criminalístico de la Guardia Civil retiraban ayer los enseres chamuscados del interior de la furgoneta. El fuego había hecho desaparecer la inmensa mayoría de dibujos de la carrocería.

De acuerdo con las pesquisas, Massimiliano podría encontrarse inmerso en pleno viaje alucinógeno inducido por la ayahuasca cuando, supuestamente, decidió acabar con su vida.

Una sustancia en el limbo

Los efectos de esta sustancia no están en absoluto delimitados y tampoco hay un consenso sobre si debe ser considerada como una droga. Hace poco más de un año, un hombre fue juzgado en Eivissa tras recoger un envío con 11 kilos de ayahuasca.

El fiscal le pedía al acusado una pena de tres años y diez meses de prisión por un presunto delito contra la salud pública. Sin embargo, el tribunal de la Audiencia Provincial decidió absolver al único acusado.

En la sentencia, los magistrados argumentaron que se debía exonerar de culpa al procesado atendiendo a que se desconocía el porcentaje de pureza de la ayahuasca intervenida. La resolución judicial también resaltó que "no hay rastro alguno" de los principios activos de esta sustancia.