María Antonia Salazar (Palma, 1960) está convencida de que el 1 de diciembre ha marcado su vida. Una apacible tarde de compras fue trastocada drásticamente. Una piedra lanzada desde un puente le golpeó en la cara y le desfiguró el rostro. Ahora se recupera en su habitación de la Clínica Juaneda tras ser operada con éxito.
-¿Cómo recuerda lo que le ocurrió la tarde del pasado lunes cuando iba en el coche?
-El 1 de diciembre de 2014 es una fecha que no voy a olvidar. Me representa la diferencia entre encontrarme físicamente bien a ver me de repente convertida en una piltrafa.
-¿Llegó a perder el conocimiento?
-Si me pega en la cabeza de lleno o en el pecho, no lo cuento. Sentía tanta indignación. Si tengo delante a la persona que tiró la piedra, no sé lo que habría hecho. Escuché el ruido de cristales y un fuerte golpe en la cara. Perdí el conocimiento durante un rato y el ruido me despertó poco después.
-Tras el impacto fue intervenida quirúrgicamente de urgencia. ¿Qué tal se encuentra?
-No puedo comer, dormir, ni moverme. Todavía doy gracias a Dios que no me ha matado. Me hicieron cirugía estética de reconstrucción como si fuera un puzle. Me han puesto piezas de titanio en el maxilar superior. Noto que el cráneo se mueve cuando como. Tengo un dolor grande que me atraviesa el pecho.
-¿Le han dicho los médicos si le va a quedar algún tipo de secuela?
-Al principio no veía por un ojo. Perdí visión y veía doble. No sé lo que pasará con él, pero el oftalmólogo me ha dicho que veo. Solo falta ver cómo evoluciona la cosa.
"Si me pega en la cabeza de lleno o en el pecho, no lo cuento. Cuando me vi, sentía mucha indignación"
-La persona que supuestamente le tiró la piedra a su coche desde un puente ha sido detenida por la Policía. ¿Qué le diría?
-Antes de tirar una piedra a una zona donde pasan los peatones, la persona tiene que pensar lo que está haciendo. Hace lo mismo que si estuviera cometiendo un asesinato. El daño que produce puede provocar tremendas secuelas.
-¿De qué tamaño era la piedra que le arrojaron?
-Una parte pegó en el pecho y se rompió. El trozo que me dio a mí pesaba unos 400 gramos.
