Antonio L.P., el joven de 20 años acusado de haber asesinado a su madre golpeándola y estrangulándola en Palma en febrero de 2013, confesó ayer el crimen ante el jurado popular pero negó haberlo planificado. "Me gritó, cogí una mancuerna que había en la mesita y le di un golpe en la cabeza. Me fui a mi habitación asustado, no sabía qué había pasado. En ningún momento quise matarla", explicó durante la primera sesión del juicio en la Audiencia Provincial. El joven desvinculó del crimen a su padre -acusado tanto de haber participado en el asesinato como de maltratar habitualmente a su mujer y consentir las agresiones y humillaciones a las que su hijo la sometía- y el hombre ratificó esta versión. "Me desperté, vi a mi mujer muerta sobre un charco de sangre y llamé a la Policía", aseguró Antonio L.M. Los agentes que investigaron los hechos destacaron el hallazgo de un diario en el que la mujer relataba graves episodios de malos tratos y que en el ordenador del hijo descubrieron que había estado realizando búsquedas sobre cómo limpiar las pruebas de un crimen.

"Mi madre era muy autoritaria conmigo, tenía que ser todo a su manera", relató Antonio L.P., que no respondió más que a las preguntas de su letrado. Según explicó, el hecho de que dejara embarazada a la que entonces era su novia deterioró el vínculo con su madre. "Cuando supo que iba a tener un hijo cambió nuestra relación. Decía que era muy joven para una responsabilidad tan grande, que había destrozado mi vida. Nunca me apoyó con la niña y al parto fui yo solo", contó. De acuerdo con su versión, fue precisamente una discusión por este tema y su intención de irse a vivir a Madrid lo que desencadenó el crimen en la madrugada del 28 de febrero de 2013 en el domicilio familiar, en la calle Rosselló i Caçador. "Empezó a gritarme y todo sucedió muy deprisa. Cogí una mancuerna que había en la mesita y le di un golpe en la cabeza. Ella cayó al suelo y me fui a mi habitación. Estaba asustado porque no sabía qué había pasado. No recuerdo haberla estrangulado con un cable", señaló entre sollozos el joven, que afirmó no haber recogido ni lavado ninguna prueba. "En ningún momento quise matarla", aseveró.

El padre estaba durmiendo

Antonio L.P. afirmó que su padre estaba durmiendo cuando ocurrieron los hechos y negó que hubiera participado en el crimen, como sostienen las acusaciones. "A la mañana siguiente entró en mi habitación y me dijo que había encontrado a mi madre, que estaba muy mal y no sabía lo que había pasado. No le dije que había sido yo por miedo", aseguró. El joven reconoció que en una ocasión, siendo menor de edad, le tiró un bote de leche condensada a la mujer en la cabeza, por lo que tuvo que recibir 16 puntos de sutura. "Mi padre no sabía que yo la maltrataba", concluyó.

El marido de la víctima, Antonio L.M., de 81 años, ofreció una versión similar. El hombre, que también contestó sólo a las preguntas de su abogado, contó que aquella mañana se despertó sobre las diez y media de la mañana. "No escuché ni vi nada en toda la noche. Al levantarme vi un bulto en el suelo del recibidor. Era mi mujer, estaba tirada en un charco de sangre", explicó. "Fui al cuarto de mi hijo y le dije que su madre estaba mal, que estaba muerta. Salió y al verla fue corriendo al cuarto de baño y se puso a llorar y vomitar. Llamé a la Policía. Pensaba que se había suicidado o que habían entrado a matarla, porque yo tenía problemas con unos inquilinos musulmanes", aseguró el hombre, que negó haber alterado la escena u ocultado pruebas antes de que llegasen los primeros agentes de la Policía Nacional a su domicilio. "Jamás maltraté a mi mujer. Nos queríamos mucho", afirmó. El octogenario negó además saber que su hijo agredía a la víctima de forma habitual. "No estaba cuando le tiró el bote de leche condensada, pero ella me lo contó y le castigué. ¡Yo digo la verdad!", clamó el acusado.

La fiscalía acusa a los dos procesados de un delito de asesinato y al padre, además, de maltrato habitual. Por ello reclama inicialmente 20 años de cárcel para el hijo y 23 para su progenitor.