­Yeiko y Yaiza, dos deslumbrantes ejemplares de Setter irlandés, desaparecieron hace poco más de una semana de la finca de Sencelles donde se encontraban sin dejar rastro. Unos días después, los cadáveres de los dos animales fueron encontrados en el interior de bolsas de pienso con señales inequívocas de haber sido asesinados.

Los cuerpos de los dos perros aparecieron en un avanzado estado de descomposición. Ambos presentaban heridas profundas en el cuello y todo apunta a que podrían habérselas causado con un golpe de pala o con un disparo a corta distancia.

La última vez que los dos canes, un macho y una hembra de la misma camada de un año y ocho meses de edad, fueron vistos con vida se remonta al pasado viernes 26 de septiembre. Por primera vez, ese día escaparon de la finca de Sencelles.

La propietaria de los dos animales, Juana Daviu, se movilizó rápidamente para dar con su paradero. En un primer momento buscó todos los rincones de la parcela sin éxito. A continuación, la dueña inició una pegada de carteles con la fotografía de los perros para ver si alguien los había podido encontrar. Nada hacía presagiar entonces que hubieran decidido acabar con su vida.

"Estuvimos mi marido y yo por los campos. Al ver que no los encontrábamos, decidimos colocar carteles con su imagen y el número de teléfono para que se pusieran en contacto con nosotros", indica la dueña de los dos animales con voz entrecortada.

La pegada de carteles en Sencelles se extendió a las localidades de Santa Eugènia, Inca y Algaida. Finalmente, Juana llegó a la conclusión de que era "imposible" que los dos perros se hubiesen escapado de la finca.

A medida que iban pasando los días, su zozobra fue en aumento. Unos días después, Juana recibió una fatídica llamada. Los cadáveres de los animales aparecieron con medio cuerpo en el interior de dos bolsas de pienso. Asomaban las patas, mientras que la cabeza estaba en el fondo.

"Una mujer paseaba por la zona y se encontró los cuerpos de los perros. Cuando vio los carteles, telefoneó a mi marido. ¡Me los habían matado!", exclama apesadumbrada la dueña de los dos jóvenes ejemplares de Setter Irlandés. Los dueños se desplazaron hasta el lugar que les indicaron y comprobaron que alguien había acabado con su vida.