La vida de Margarita González, de 44 años, cambió abruptamente el pasado 31 de agosto, cuando su hijo David, de 18, falleció electrocutado al tocar una farola durante las fiestas de los quintos en Bunyola. Hasta entonces su mundo giraba alrededor de su familia -su marido y sus cinco hijos, de entre 8 y 27 años- y el bar que regentan, en la barriada palmesana de La Soledad. Pero desde ese día su único propósito es “que se haga justicia” y que los responsables de la muerte de su hijo lo paguen. “Empezando por el alcalde, que cuando le solicitaron información en el Ayuntamiento se negó a darla, alegando que había secreto de sumario, cuando eso es mentira. Este caso nunca ha estado secreto, pero él tiene a su pueblo engañado y yo quiero que se sepa”.

—Usted tenía una relación muy cercana con su hijo David. Trabajaban juntos en su bar.

—Sí, él trabajaba conmigo. Era muy responsable. Él abría solo por las mañanas, le gustaba el trabajo e íbamos a ponerle el bar a su nombre. Me decía que cuando él lo llevase iban a cambiar las cosas. Todos los hermanos son buenos, pero el mejor era él, y no es porque me falte.

—¿Qué recuerda de la noche del accidente? Su hijo había ido a Bunyola a la fiesta de los quintos.

—No tenía que haber ido, porque al día siguiente bautizaban a su sobrino y él era el padrino. Pero al final se fue con su hermano Dani, de 15 años, y con unos amigos. Les había llevado la madre de uno de esos amigos, que había quedado en recogerles a las dos de la madrugada, no es que hubieran ido solos. Además allí conocían a más gente, porque también habían ido otros chicos de la barriada.

­—¿Cómo se enteró usted de lo ocurrido?

—Sobre las doce y media de la noche vino a buscarme a casa la madre de uno de los otros chicos. Me dijo que tenía que ir a Bunyola porque había pasado algo, que uno de mis hijos se había quedado “pegado” a una farola. No me dijeron que fuera grave, pero yo lo sabía. Cuando llegamos allí no nos dejaron subir con los coches, así que me quité las chanclas y me puse a correr descalza. Ya no pude verle, estaba todo acordonado, con policías y la ambulancia. El médico me dijo que le habían reanimado dos veces y seguían con él, que estuviera tranquila. Pero a las dos de la madrugada fallecía.

—¿Que espera usted ahora?

—Quiero que se sepa la verdad, que la gente sepa cómo ha actuado el alcalde de Bunyola. Porque nos han comentado que vecinos se habían quejado ya de esa farola, pero en el Ayuntamiento dicen que ellos no tenían constancia de que estuviera así.

—Usted y el resto de su familia han sido muy críticos con el alcalde de Bunyola.

—Con nosotros no se ha portado bien. La noche del accidente y pregunté dónde estaba el alcalde y él, en vez de dar la cara, se fue. Sus condolencias me las mandó por Facebook, en ningún momento nos llamó para preguntarnos si necesitábamos algo. El lunes siguiente tuvimos que ir al cuartel de la Guardia Civil de Llucmajor y coincidimos con él. Estábamos sentados en un banco y él se acercó, se presentó y nos dio el pésame. Nos dio el pésame porque nos encontró por casualidad, no porque nos buscara, y yo así no lo quiero. En ese momento perdí los nervios y le dije de todo. Luego me lo encontré otra vez en Bunyola, cuando fue a poner flores. Él quiso hablar conmigo pero yo le dije que no quería hablar con él. Solo le pregunté que cuándo pensaba dimitir. No sabe la rabia que llegas a tener dentro, sabiendo que era algo que se podía haber evitado.

—Otros alcaldes han salido en su defensa, diciendo que no pueden controlar todo lo que ocurre en su municipio.

—Lo que me mata es la arrogancia con la que ha actuado. No ha querido dar ninguna explicación ni asumir ninguna responsabilidad. En el pleno del Ayuntamiento se negó a responder diciendo que había secreto de sumario, pero es mentira. El juez nunca ha decretado secreto el caso, nosotros tuvimos toda la información desde el principio. Tiene a medio pueblo engañado y quiero que se sepa.

—¿Van a pedir una indemnización por lo ocurrido?

—No quiero dinero. Llevo toda mi vida trabajando y he sido feliz con dos euros en el bolsillo. El dinero no me va a devolver a mi hijo. Lo que quiero es que el responsable lo pague.

—Del informe de la Guardia Civil se desprende que había fallos gaves en el mantenimiento de la farola.

—El electricista ni aparecía por el pueblo, según nos dicen los vecinos. No puede ser que un feriante quite un fusible para hacer un empalme y eso se quede así durante tanto tiempo. Ellos se escudan en que por debajo de unos voltajes no tienen la obligación de hacer revisiones, pero el responsable del sistema de alumbrado es el Ayuntamiento.