La fiscalía reclama penas que suman 27 años de prisión para tres miembros de la banda de atracadores paramilitares desarticulada en 2013 en Mallorca en la 'operación Kraken' por cometer tres asaltos en el centro comercial Carrefour del Coll d'en Rabassa, en Palma, entre ellos un butrón y un alunizaje con un camión militar sustraído en la base Jaume II en la ciudad, además de otro robo en el Ayuntamiento de Bunyola, de donde presuntamente se apoderaron de material policial como chalecos antibalas, grilletes, aerosol de defensa, linternas o cuatro emisoras.

Los tres sospechosos, con formación militar y que actuaban con técnicas de comando, ayer al mediodía no quisieron conformarse con la condena solicitada por la fiscal durante la vista oral celebrada en un juzgado de lo penal de Palma, en Vía Alemania. Por ello, el juicio se pospuso y se señaló para el próximo mes de diciembre.

Los imputados, entre ellos el cabecilla del grupo Carlos T.A., de 38 años, que sigue encarcelado, están acusados de delitos continuados de hurto, robo con fuerza y robo con violencia. El ministerio público pide para cada uno sendas penas de nueve años y dos meses de prisión, además del pago de una indemnización de más de 270.000 euros por el botín conseguido en Carrefour, 5.592 euros por los efectos robados en el Ayuntamiento de Bunyola y otras cantidades para la Comandancia General de Balears del Ejército de Tierra por los desperfectos ocasionados en el camión militar.

La banda de asaltantes contaba con información privilegiada antes de perpetrar sus golpes, ya que uno de los sospechosos había trabajado en Carrefour como agente de seguridad. La organización, además, tiene otra causa abierta en otro juzgado de Palma por más una decena de atracos en chalés de lujo de la isla en los que utilizaban armas de fuego como un fusil de guerra.

El primer hecho se produjo a principios de mayo de 2009 cuando el líder del grupo se apropió de un camión militar Pegaso en la base Jaume II de Palma aprovechando que conocía el lugar al haber sido militar. El acusado lo condujo junto con otra persona sobre las tres de la madrugada del 8 de mayo de 2009 hasta llegar al Carrefour del Coll d'en Rabassa, donde lo empotró contra la fachada al menos cinco veces. No consiguió derribar la pared ni entrar en el lugar donde se ubicaba la caja fuerte del establecimiento.

Meses más tarde, el 2 de octubre de 2009, sobre las tres de la mañana, los tres acusados volvieron al centro comercial con una escalera de diez metros y una cuerda. Los ladrones se descolgaron por una zona acristalada, rompieron unos cristales y se introdujeron en el recinto. Con una maza abrieron un boquete justo en el lado donde se encontraba la recaudación de ese día de las cajas, según la fiscalía. Gracias al butrón, consiguieron robar 111.495 euros.

El tercer golpe fue en el Ayuntamiento de Bunyola, sobre las siete de la mañana del 15 de marzo de 2010, cuando los cacos rompieron dos persianas, puertas, cristales, cajones y candados de taquillas. Así, lograron hacerse con un sonómetro, 4 emisoras, cámaras de fotos, chalecos antibalas, grilletes y otro material policial valorado en 5.592 euros.

Por último, el 21 de junio de 2010 a las ocho de la mañana, el cabecilla y un compinche regresaron al Carrefour del Coll d'en Rabassa vestidos con monos y gorras de trabajo para no levantar sospechas. Llegaron a la caja central y atacaron a la encargada. La tiraron al suelo, le taparon la boca, la redujeron y arrastraron a un cuarto contiguo donde le exigieron que abriera la caja. La amenazaron con sacar una pistola y así se hicieron con 160.406 euros. Luego, se marcharon como si fueran técnicos de mantenimiento y huyeron con un coche robado.