La autopsia practicada a Ángel Abad Torres, el hombre de 61 años asesinado a tiros el pasado martes en su restaurante, Gorli, en Porto Cristo ha permitido recuperar los dos proyectiles alojados en el cuerpo y la cabeza de la víctima que le causaron la muerte. Los forenses lograron extraer las dos balas que estaban muy deformadas y tenían una gran cantidad de plomo. Se trata de una prueba fundamental que permitirá conocer con qué tipo de arma disparó el presunto asesino, quien permanece detenido en los calabozos de Manacor por el crimen.

Los investigadores de la Policía Nacional están analizando los dos proyectiles con detalle, así como su peso. Los primeros indicios apuntan a que el arma utilizada en el asesinato pudo ser un revólver. La autopsia también ha confirmado, por las características de las balas y de las heridas, que se trataría de un arma corta de un calibre pequeño, de 9 milímetros o del 22. Los agentes ahora están a la espera de los resultados de las pruebas balísticas para dejar completamente atado el caso.

Los médicos forenses que llevaron a cabo el examen del cadáver de la víctima constataron que Ángel Abad murió por las dos heridas de arma de fuego que presentaba en su cuerpo. El presunto asesino le disparó primero en el tórax abatiéndolo, por lo que la bala le alcanzó el corazón. Acto seguido, le pegó otro tiro en el cuello. En esta ocasión, el proyectil llegó a la cabeza. Los dos disparos resultaron mortales de necesidad, ya que dañaron zonas vitales.

La autopsia ratificó las primeras hipótesis del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional que señalaban que la víctima fue tiroteada de frente y a una corta distancia. Fue un asesinato a sangre fría. Además, el responsable del restaurante situado en la primera línea de Porto Cristo fue atacado por sorpresa y no tuvo la posibilidad de defenderse.

Según los primeros datos recabados, la hora del crimen fue minutos después de las siete de la mañana, cuando el hombre acostumbraba a llegar a su establecimiento.

Los investigadores de la Policía también tuvieron claro desde un principio, por el ´modus operandi´ empleado, que el crimen había sido obra de un experto tirador, ya que el sospechoso asesinó a la víctima de dos certeros disparos dirigidos a órganos vitales. Además, los casquillos no aparecieron en el local. La mujer de la limpieza descubrió el cadáver detrás de la barra esa mañana del martes.