Jose, todos les llamábamos así -sin acento- en el periódico, era un gran aficionado al fútbol, del Real Madrid por más señas. Por eso la mejor metáfora para explicar su trabajo es compararle con un portero. Jose se encargaba de velar porque los descuidos que llegaban desde la redacción no acabaran en goles por la escuadra. Paraba un error en el titular de la página 10, reconducía un diseño mal ejecutado o impedía que una imagen desenfocada llegara a manos de los lectores. No se le escapaba un acento ni un texto mal rematado ni un pie de foto incomprensible. Esa era la labor de Jose, la que desde hace años y hasta pasada la medianoche del sábado ha cumplido con una gran profesionalidad en Diario de Mallorca. Era exigente y perfeccionista en busca de la excelencia. Sentía tanto respeto por cada uno de los suscriptores o compradores del periódico que se esmeraba en la búsqueda de las imperfecciones. La noche del sábado dejó las instalaciones del periódico después de redactar el parte de incidencias detectadas: varias páginas llegaron mejoradas a los lectores gracias a su ojo escrutador.

Su trabajo le obligaba a mantener una relación constante con prácticamente todos los departamentos del periódico. Desde la redacción hasta la publicidad. Desde deportes hasta cultura. Todos tenían alguna petición que hacerle, algún cambio que comunicarle, alguna página que reclamar... y siempre se encontraban con la actitud abierta y colaboradora de Jose.

Deja mujer y dos hijos. Fue un buen hombre al que sus compañeros recordaremos cada día.